Capítulo 26.

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—Tranquila Lee, cumplir años no es para tanto — me dice Rubén mientras saca una camisa de armario y se la pone.

No, aún no vivíamos juntos. Pero él ya había instalado algo de ropa por las noches que se quedaba aquí, que eran casi siempre.

En dos horas debíamos estar en la casa de mi hermano ya que me iban a hacer una fiesta. Solo nuestros amigos irían a ella, ya que yo no quería una fiesta con adultos. Mis padres al igual que los de Rubén se encontraban en Noruega, seguramente babeando por su nieto y divirtiéndose.

—¿Qué día volvían Noah y nuestros padres?— pregunto mientras me coloco la cadenita de plata que me había regalado Rubén esa mañana.

La plaquita tenía forma rectangular con la palabra kjærlighet grabada en ella, que significaba amor en noruego.

—El Martes — respondió y se puso los pantalones.

Me levanto de la cama y comienzo a ordenar la habitación antes de irnos.

Durante el camino Rubén no me habló, cosa que me extrañó mucho, pues siempre que viajamos en coche era una máquina de no parar de hablar sobre sus videos o de sus asuntos con Youtube.

Lo veía con la mirada perdida y entonces lo oigo comenzar a murmurar cosas.

—¿Estás bien? — pregunto con la mirada puesta en la carretera.

—¿Eh?

—Que si estás bien — repito —Estás balbuceando.

—¿Ah, si?

—Si.

Antes de salir de casa estaba muy tranquilo y normal. ¿Se habrá olvidado el móvil o algo? No, seguramente me habría dicho que regresemos.

Decidí restarle importancia.

Cuando llegamos, toda la gente que estaba ahí me recibió con un abrazo. Todos mis amigos y amigos de Rubén me saludaron y me felicitaron, los amigos de Rubén no paraban de bromear diciendo que estaba vieja y que dentro de poco pisaría los treinta. Los golpeé en forma de broma a cada uno y se rieron.

El resto de la noche fue divertido y extraño. Divertido ya que todos me hacían bromas o me tiraban del pelo y de las orejas contando hasta mi edad. Y extraño porque Rubén no me habló en las tres horas que llevamos aquí. Se la pasaba hablando con Mangel lejos de los demás como si estuviera contándole un secreto.

Lo del viaje lo dejé pasar, pero que me ignore en toda la fiesta y más siendo mi cumpleaños. ¿O sea, qué?

—¿Estás nerviosa?— pregunta Eva mirándome entusiasmada, yo frunzo el ceño.

—¿Nerviosa?

Rápidamente noto como Solange le pega un codazo "disimulado".

—¡Ay!— se queja y vuelve a mirarme —Si, si. Ya sabes, por la fiesta.— sonríe, exageradamente, haciendo que mi ceño se frunza más.

Están actuando muy raras.

—No.

—Pues deberías — dice, ganándose otro codazo por parte de Sol —¡Coño tía!

En eso llega Marina y se sienta a mi lado en el sillón. Larga un chillido de emoción y me abraza.

—¿Estás nerviosa tía?— pregunta emocionada.

—¡Otra pelotuda!— grita Solange, quien las toma del brazo a ambas y se las lleva.

Las veo en una esquina del salón hablando, aunque parece ser que Solange las regaña por algo.

Un año para recordar. (Rubius)Where stories live. Discover now