Capítulo 9.

1.8K 176 36
                                    

Todo era silencioso e incómodo.

Solange conducía mientras Rubén y yo íbamos en la parte trasera del coche.

No siento mi estómago, no siento mis piernas, no siento nada.

¿Ahora qué hago? Es mi fin. Rubén se enterará de todo y me asesinará.

Me odiará.

Su vida, su "carrera", sus tiempos, su vida... ¿Ya he dicho su vida?

Ugh, su vida entera se verá afectada por un niño, y lo peor, enterarse nueve años después.

Toda su vida... arruinada por mi culpa.

LeeA piensa en algo ya.

¿No es momento de soltar la verdad?

Mi conciencia susurra cosas que debería hacer, pero la ignoro completamente y me pongo a pensar.

Auch.

Mi cabeza aún duele, había olvidado el golpe. Tardará en sanar supongo.

Ahora, ¿qué hago?

Veamos.

Llegaremos a mi casa y estoy muy segura de que me pedirán pasar para ayudarme a subir por mi "herida", y si me rehúso a que me ayuden a subir, será peor.

Vamos LeeAnna, piensa.

Me muevo incómoda en el asiento. Meto mis manos debajo de mi camiseta y doy suaves caricias a mi estómago para calmarme. Casi siempre que estoy muy nerviosa o algo, suelo hacer esta acción.

Tengo miedo, mucho miedo.

No quiero que mi secreto sea revelado, no aún.

Todo tiene un fin, hasta los secretos.

Lo sé, y mucho menos las mentiras.

Te has tardado mucho...

Demasiado, diría yo.

El coche frena de repente haciendo que Solange diga unas cuantas palabras feas hacia el conductor de adelante. Rubén y yo reímos por sus puteadas argentinas y cuando callamos, nos miramos.

Su mirada. Una mirada cálida y amigable que te brinda confianza y cariño.

Una mirada, que sin palabras, te dice que todo estará bien. Sin nervios ni interrupciones, verde contra azul. La oscuridad de la noche me prohíbe verlo bien, pero con las luces de los faros que van pasando noto que está sonriendo.

No me sonrías así, esas sonrisas que tanto extrañé.

Esperé tanto por este momento, tenerlo cars a cara otra vez, y de esta manera tengo que pagarlo.

¿Por qué tuvo que ser de esta manera?

El coche frena y giro mi cabeza hacia delante, Solange me mira con ternura a través del retrovisor y se baja del coche. Suspiro pesadamente y mis piernas comienzan a temblar. Rezo mentalmente para tener otra oportunidad.

Aún no, por favor.

Rubén se baja del coche y lo rodea hasta llegar a mi puerta y abrirla. Como todo un caballero, me ofrece su mano para ayudarme a bajar y yo la acepto con gusto. Todo esto es muy raro. Susurro un "gracias" tímido y camino rápido hacia la puerta, mientras busco las llaves en el bolsillo de mi chaqueta. Las encuentro y abro la puerta, entro pero una mano me detiene.

Un año para recordar. (Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora