마흔넷

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Jungkook dejó caer de golpe su vaso de makgeolli sobre la mesa. No era rabia lo que lo movía, simplemente su cuerpo ebrio ya no podía medir la fuerza con la que actuaba. Un suspiro impregnado de alcohol escapó de sus labios. Al frente, Yoongi frunció el ceño, molesto. No era suficiente con eso, así que volvió a llenar su vaso, esta vez con soju.

—Bebe más, come algo —le dijo—. Así quizás logres dormir un poco.

Jungkook asintió y volvió a beber, sin quejarse.

Había pasado una semana desde que Jimin se había marchado de casa. Jungkook terminaba de trabajar mucho después de la medianoche todos los días. Si Jimin todavía viviera en su habitación, para mediodía ya habría regresado a casa. Pero últimamente, él mismo luchaba con la simple idea de volver. No quería hacerlo. Porque solo encontraría la habitación vacía.

Esa noche, tras el trabajo, él y los pandilleros decidieron tener una cena de empresa, algo que no hacían desde hacía mucho. Se reunieron en un restaurante de sopa de cerdo. Jungkook apenas pidió algo de sopa y arroz, pero no los tocó. En cambio, fue vaciando botella tras botella de soju. Al final, sopló una de ellas y murmuró que era demasiado pequeña, así que Yoongi le trajo makgeolli.

Pasaron las horas. Yoongi y Kai, sentados a su lado, llenaban su vaso en silencio y encendían cigarrillos cada vez que él lo hacía.

Jungkook no había dormido en toda la semana. Esta noche, esperaba que al menos el alcohol le ofreciera algo de descanso. Bebió un gran trago de makgeolli y dejó el vaso sobre la mesa con torpeza.

—Extraño a Jimin... – murmuró

—Entonces ve a verlo. Te dijo que podías hacerlo —respondió Yoongi al abrir otra botella. Su tono reflejaba fastidio; había escuchado lo mismo demasiadas veces en los últimos días.

—Solo ha pasado una semana. Si voy ahora, me odiará por aparecer tan pronto —balbuceó, arrastrando las palabras.

Yoongi negó con la cabeza.

—Si quieres saber de Jimin, pregúntale a Hobi. Él es quien lo vigila.

Jungkook dejó de mirar su vaso, que reposaba en la mesa ya vacío y se enderezó de golpe. Tiró su cigarrillo al cenicero y alzó la voz hacia alguien en la distancia.

—¡Hoseok! Ven aquí.

Hoseok se acercó rápidamente, con su bebida en la mano. Yoongi le hizo espacio, arrastrando una silla vacía. Jungkook, con las manos temblorosas, se sirvió alcohol en el vaso y le preguntó:

—¿Qué hizo Jimin hoy?

Hoseok ladeó la cabeza, bebió un sorbo y respondió:

—Fue al mercado a comprar comida. Pasó por una librería y compró un libro sobre jardinería. También cebollas, huevos y algo de carne. No vi a nadie extraño mientras lo seguía. Cuando terminó, se fue directo a casa.

Jungkook lo escuchaba con atención, con la mirada perdida y una sonrisa tonta dibujada en los labios.

—Buen trabajo —dijo en voz baja.

Hoseok asintió. Jungkook cerró los ojos lentamente, luego los abrió y lo miró de nuevo. Tardó un momento en reaccionar.

—¿Sabes? Te envidio —murmuró.

—¿Sí? ¿Por qué, jefe?

—Porque puedes ver a Jimin todos los días —respondió, con la voz arrastrada por el alcohol.

Se sirvió más makgeolli, lo bebió de un trago y se levantó.

—¿A dónde vas? —preguntó Yoongi, levantándose también, preocupado.

ALL FOR YOU  ( KOOKMIN) 💜Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora