스물다섯

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CEO JEON JUNGKOOK

En el centro del escritorio, una placa de nácar brillaba con un exceso casi ostentoso. Yoongi había insistido en que debía tener algo así cuando fundara la empresa. Él mismo la hizo.

Jungkook la observó por un momento antes de dejar su pluma estilográfica y tomar un cigarrillo.

Había dormido bien por primera vez en mucho tiempo. Su cuerpo estaba ligero, llenó de una energía renovada como no lo había sentido desde que Yoongi fue hospitalizado, Recordó la frescura de la piel de Jimin, su respiración pausada mientras dormía entre sus brazos.

Encendió el cigarro, inhaló profundamente y se acercó a la ventana.

Desde su oficina en el segundo piso, los ventanales le permitían ver toda la empresa. Años atrás, aquel edificio que había sido la casa de juego, ahora servía a un propósito muy distinto. En el sótano se almacenaban alcohol, puros y, de vez en cuando, medicinas.

Las oficinas ocupaban los primeros dos niveles, conectados por una gran abertura central que le daba el aspecto de un lobby de hotel. Desde allí, Jungkook podía vigilar cada movimiento, ver quién entraba y salía, controlar el pulso de su imperio en cualquier momento.

El negocio había cambiado. Hasta hace poco, la empresa era un lugar silencioso, reservado para tratos solo con el extranjero. Apenas venían unos cuantos: capitanes de barco transportando mercancía o la señora del restaurante con el almuerzo del día.

Pero todo cambió cuando Jungkook comenzó a distribuir la medicina en Seúl. Ahora, el lugar estaba abarrotado. Comerciantes de la ciudad llegaban en busca de contratos, seducidos por la droga que había comenzado a circular. Además de estupefacientes, vendían productos de lujo: whisky, puros, teteras importadas, todo distribuido en bares, casas de juego y clubes nocturnos, con la medicina camuflada entre las mercancías.

A medida que crecían las oportunidades, también aumentaban los problemas. Jungkook había reforzado su equipo, pero solo con gente de confianza. Algunos lo habían seguido desde el principio, todos habían venido desde Busan. Entre ellos familiares e hijos de los pandilleros, aquellos que habían nacido dentro de este mundo. No podía arriesgarse a filtraciones ni traiciones de nuevo. La lealtad no era opcional; era la única moneda aceptable.

Jungkook exhaló humo y observó el primer piso con la mirada perdida. No estaba enfocado en lo que veía, sino en lo que sentía. Sus pensamientos eran un laberinto de preocupaciones:

Yoongi seguía inconsciente.

El paradero de Seokjin era un misterio.

La facción Raven, a pesar de saber que la droga de los Sword circulaba en Seúl, no había reaccionado. ¿Por qué? ¿Qué esperaban?

Y luego estaba Jimin.

Jimin.

Jimin. El cual ocupaba la mayor parte de su pensamiento.

Jungkook se frotó la frente con el dorso del pulgar. Todo parecía envuelto en sombras. Había vivido en este mundo desde los catorce años, casi dos décadas en la organización. Y, sin embargo, desde la muerte injusta de su padre, nunca había sentido tanta incertidumbre, como si caminara a ciegas en la oscuridad.

El teléfono sonó con fuerza, sacándolo bruscamente de sus pensamientos. Jungkook se acercó al escritorio, apagó la colilla en el cenicero y bebió un sorbo de agua para aliviar su boca seca. Luego, tomó el auricular y esperó.

—¿Hola, jefe? Llamo desde la casa. Llamo para informarle…

—Te escucho.

—Se despertó hace una hora. Le di comida, pero la comió en silencio, sin decir una sola palabra. Luego amontonó los platos y volvió a dormirse.

ALL FOR YOU  ( KOOKMIN) 💜Onde histórias criam vida. Descubra agora