Jimin no podía dormir. Hacía mucho tiempo que las noches se le escurrían entre los dedos como agua helada. Antes, cuando era un sirviente de la casa, el cansancio lo vencía con facilidad. Solía levantarse temprano: barría el jardín, trapeaba los pisos, ayudaba en la cocina con esmero, lavaba los platos y al caer la tarde, su cuerpo cedía sin resistencias. Ahora, en cambio, ni el agotamiento parecía suficiente para traerle descanso.
Se giró en la cama sin hacer ruido, Observó el rostro dormido de Seokjin bajo la débil luz de la luna. Con cuidado, se incorporó con movimientos lentos, casi ceremoniosos, acomodó la manta sobre los hombros de su amigo y salió de la habitación.
Era medianoche. La casa entera dormía, envuelta en el silencio profundo de la madrugada.
Se sentó al borde del alto piso de madera pulida, dejando que sus pies descalzos colgaran sobre el vacío. Observó el cielo despejado con una mirada ausente, mecido por pensamientos que no cesaban. Las estrellas titilaban, indiferentes a su insomnio, y por un momento, se sintió diminuto. Irreal.
Cada vez que movía los pies, sentía la piedra raspar su planta como papel de lija. El roce era extrañamente reconfortante, así que continuó.
El aire nocturno le rozó la punta de la nariz con su frescura persistente. Aunque la primavera ya vencía al invierno, las noches seguían siendo frías. Entonces escuchó pasos, firmes y constantes.
Al voltear su mirada hacia ese lugar, vio a Jungkook parado con una caja entre las manos. Parecía sorprendido de encontrarlo allí. Sin decir nada, Jungkook dio un paso hacia atrás. Colocó la caja con cuidado a cierta distancia. Dentro había frutas y snacks, como siempre. Un gesto cotidiano que se repetía, silencioso, como un ritual privado.
Jimin apenas le dedicó una mirada, luego volvió los ojos al cielo.
Jungkook no se fue. A pesar de que su misión estaba cumplida, se quedó allí, de pie, como si algo lo atara al suelo. Como si necesitara permiso para marcharse.
Jimin lo sentía. Podía notar su presencia tan clara como el frío en la punta de su nariz. Pero no dijo nada. Después de todo, era el dueño de la casa. No había rincón donde no pudiera estar. Podía irse si se lo pedía… pero no quería abrir la boca.
Sin previo aviso, algo cálido cayó sobre sus hombros.
Era un kimono. Tenía el olor de Jungkook, ese aroma a madera, a tabaco suave y a un cuerpo que siempre parecía tener la temperatura exacta para consolar. Jimin levantó la mirada. Lo observó en silencio.
—Hace frío esta noche —dijo Jungkook con voz baja—. Y tú no llevas abrigo. Te puedes resfríar fácilmente.
Jimin bajó la mirada al kimono que ahora lo cubría como una manta. No dijo nada. Ante su silencio, Jungkook sonrió y se sentó en el suelo, no demasiado cerca, pero lo bastante próximo como para ver el parpadeo lento de sus pestañas.
Ambos contemplaron el cielo sin decir una palabra. Jimin dejó de mover los pies. El frío se le había colado entre sus dedos. Subió las rodillas y comenzó a frotárselos con suavidad. Entonces, la voz de Jungkook rompió el silencio.
—¿Por qué no estás durmiendo?
Jimin apoyó la barbilla sobre las rodillas y lo miró de reojo. Jungkook lo observaba, pero en cuanto sus miradas se encontraron, desvió la vista al cielo, avergonzado.
—No tengo a dónde ir —respondió Jimin, con una sinceridad que se le escapó sin querer.
No era una respuesta lógica. No respondía a la pregunta. Pero Jungkook no lo cuestionó. Solo ofreció una alternativa.
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ALL FOR YOU ( KOOKMIN) 💜
DiversosLas segundas oportunidades existen, y el amor es la base del perdon. Ambientada en el año 1955 Jungkook es el jefe de la mafia más grande de Busan, la cual fue heredada por su padre. Creció en un mundo donde la traición se paga con muerte y la famil...
