Dio media vuelta y se dirigió a la puerta con la intención de buscarlo por la casa. Pero justo cuando iba a abrirla, un sonido lo detuvo en seco.

Un gemido.

Jungkook se giró bruscamente, sus ojos recorriendo la habitación con rapidez. Entonces, su mirada se detuvo en el estudio.

No lo dudó.

Entró, sintiendo el aire espeso a su alrededor. La silla del escritorio estaba volcada contra la pared. Otro gemido. Una respiración pesada.

Jungkook avanzó lentamente.

Lo primero que vio fueron unos pies blancos, pequeños y delgados. Dio un paso más y su corazón se desbocó.

La bolsa de yakgwa resbaló de su mano, y los dulces rodaron por el suelo.

Jimin estaba debajo del escritorio.

Sus piernas temblaban, abiertas sin pudor, su cuerpo arqueado en un retorcido intento de buscar alivio. Sus manos temblorosas se aferraban a su entrepierna, moviéndose de manera errática.

Pero lo peor no era eso.

Entre el semen que manchaba el suelo, varias pastillas estaban esparcidas.

Jungkook sintió cómo la frustración se clavaba en su pecho como un puñal.

Todo esto… era su culpa.

Había sido descuidado. Había dejado las pastillas al alcance de Jimin. Y ahora…

Jimin estaba drogado.

Sin perder un segundo, Jungkook lo tomó en brazos y lo llevó al baño. Jimin se retorcía contra él, riéndose con una voz que no le pertenecía.

Jeje… jefe… señor… —murmuró entre risas tontas y jadeos erráticos.

Jungkook lo miró con el ceño fruncido. Esto no era él. Esto era el resultado de su negligencia.

Sujetó su rostro con firmeza, obligándolo a abrir la boca, y deslizó sus dedos largos en su garganta.

Jimin se contrajo de inmediato. Un sonido gutural escapó de su garganta antes de que el líquido caliente subiera con fuerza desde su estómago.

El vómito lo cubrió todo.

Las pastillas rodaron entre la bilis y los restos ácidos de su última comida.

Jungkook sintió las uñas de Jimin clavarse en su muñeca con desesperación, mientras su cuerpo convulsionaba con cada arcada.

Pero no lo soltó.

Acarició su espalda con una paciencia dolorosa, mientras hablaba en un tono calmado, innecesariamente cariñoso.

—Sácalo todo, Jimin.

Jimin lo miró entre lágrimas, con la vista borrosa. Y por un segundo, creyó ver a otro Jungkook.

Uno del pasado.

Uno que le masajeaba los pies cansados después de un día largo. Uno que besaba su cabello enredado con ternura.

Pero ese Jungkook estaba muerto.

Así como él también lo estaba.

Las lágrimas seguían cayendo, resbalando por sus mejillas y mezclándose con el vómito en el suelo.

Porque lo que estaba sacando no era solo comida.

Era dolor.

Era miedo.

Era el lamento de días interminables en un infierno del que no podía escapar.


Era el lamento de días interminables en un infierno del que no podía escapar

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ALL FOR YOU  ( KOOKMIN) 💜Where stories live. Discover now