Las segundas oportunidades existen, y el amor es la base del perdon.
Ambientada en el año 1955
Jungkook es el jefe de la mafia más grande de Busan, la cual fue heredada por su padre. Creció en un mundo donde la traición se paga con muerte y la famil...
—Oh... no, pero debe estar durmiendo. Si quiere, voy a revisar.
—Hazlo ahora. Esperaré.
Se escuchó el sonido del auricular apoyado sobre una superficie. Luego, solo silencio. Jungkook contuvo la respiración.
Si los Raven realmente estaban preparando una guerra, llevándose a Seokjin como advertencia, la ubicación de Jimin lo esclarecería todo.
Si no estaba en casa...
Si no estaba en casa, significaba que él había sido parte de todo esto.
La espera se hizo eterna. Jungkook cambió el auricular de mano, sintiendo las palmas sudorosas. Su ceño se frunció.
Finalmente, la voz del sirviente regresó.
—Jefe...
—Te escucho.
—Jimin no está en su habitación.
El mundo de Jungkook se tambaleó. Sintió que el suelo se agrietaba bajo sus pies, como si el hielo fino sobre el que había estado caminando se rompiera de golpe.
—¿No está? —su voz apenas fue un susurro.
—No. Su cama sigue intacta. Las mantas están dobladas sobre la cómoda.
—¿Revisaste toda la casa?
—Sí. No está en el baño, ni en la cocina, ni en el jardín. Tampoco estaba lavando los platos... Me pregunto dónde se habrá quedado dormido. Es más friolento de lo normal, necesita un lugar cálido para dormir...
Jungkook colgó sin decir una palabra. Sus sienes latían con furia.
Jimin no estaba en casa.
Apretó la mandíbula con tal fuerza que sintió sus dientes rechinar.
Las últimas semanas, Jimin había insistido en ir al hospital. Su voz, llena de tristeza, sonaba en su cabeza como un eco lejano.
¿Era auténtico su deseo de ver a Seokjin? ¿O simplemente estaba buscando la oportunidad perfecta para huir?
Se pasó la mano por el rostro, frustrado. No podía quedarse quieto. Tenía que encontrarlo. Saber la verdad.
—Vamos a casa —ordenó con voz tensa.
Aún guardaba una pizca de esperanza. Tal vez Jimin estaba escondido en algún rincón cálido, acurrucado y dormido, ajeno a todo. Tal vez al verlo, le sonreiría como siempre y le diría cuánto lo había extrañado.
Tal vez...
Todo estaría bien.
O eso quería creer.
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