(20) Pero esto no es tan solo un juego de palabras

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Al lado una foto de Jeziel....

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 Ariel no se movía del suelo, mientras mi papá continuaba hablando.  Nos contaba lo eterno que se les hizo el tiempo luego de nosotros irnos.  Cómo Jeziel se fue calmando poco a poco, algo que nos tranquilizó. 

“Tengo que decirles que Javier se acercó a mí y me pidió perdón” comentó mi papá mirándonos a ambos.

“También a ti, Damián?” preguntó Ariel sin moverse del mismo sitio; qué tenía ese chico con el suelo, porqué no se levantaba.

“Por qué la pregunta, Ariel?” cuestionó mi papá algo desconcertado.

“Es que…para lo que me llamó Javier a parte, fue para pedirme perdón por lo que hizo” respondí mirando a mi papá.

“Me alegra mucho saber que tuvo la valentía para eso.  Bueno, hablamos mañana sobre eso… Que descanses, y Ariel, maneja con cuidado, de acuerdo?”

“Seguro, Damián” dijo este mientras observaba como mi papá salía de la habitación.

Inmediatamente, lo miré extrañado, “Porqué nunca te levantaste del suelo?  A caso terminaste tan cansado?” comenté riendo.

“Si no lo notaste, en el suelo, al lado de mis zapatos, estaba el empaque del profiláctico….te imaginas que tú papá lo hubiese visto!  Y decidí sentarme sobre este, así que no podía moverme.  Estaba muy nervioso” su rostro no tenía precio mientras me decía esto; yo simplemente comencé a reír a carcajadas. 

“Tienes que ver tu cara…”

“Mejor se hubiese visto si tu papá hubiese visto eso; estuviese desfigurado en estos momentos” dijo él algo exaltado. 

“Tranquilo, la próxima vez, tendremos más precaución con eso…”

“Quién dijo que habría una próxima vez?” preguntó Ariel sonriéndome maliciosamente. 

“El hecho de que pienso que te agradó” le dije besando sus labios rápidamente, “ahora, más te vale que llegues a tu casa.  Nos vemos luego?”

“Seguro…” me dijo mientras salía de mi habitación y cerraba la puerta. 

Dos días pasaron desde que el pequeño Noé nació.  Aun él y su mamá se encuentran en el hospital.  A Silvia ya la hemos podido visitar, aunque a mi pequeño sobrino no.  Aun está algo pequeño y delicado. 

“Te quedarás esta noche conmigo?” preguntó Silvia cuando llegamos a visitarla. 

“No tengo ningún problema.  Así, Jeziel podrá ir a descansar” respondí mirando a Ariel y a mi mamá, quienes habían llegado conmigo. 

“Y Noé?” preguntó mi mamá sentándose al lado de Silvia.

“Hoy nos permitieron tocarlo, y darle leche.  Fue tan hermoso, Alexandra.  Jamás pensé cuanto se podía amar a un hijo.”

“Yo te lo puedo confirmar cuatro veces..” respondió mi mamá sonriéndome . 

“Y Jeziel?  Cómo se ha portado?” pregunté ante la gran curiosidad de saber si mi hermano le había confesado a Silvia que era a ella a quien amaba en realidad. 

“No puedo quejarme, ha sido de gran apoyo, y no ha abandonado mi lado desde el primer día…” ahí no está la contestación que quería, pero preguntar más, sería un entremetimiento; esperaría a estar ambas solas para insistir. 

Si tú me lo pidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora