(15) Puedes sanar mis heridas

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Jamás imaginé tener que presenciar algo así.  Lo acepto, había amenazado a mi hermano y a Itzel con decir lo de su relación; pero esto no era algo de lo que pensé.  Nunca frente a todos, mucho menos tan fuerte.

Me sentía muy mal por Silvia; ella tan alegre con la sorpresa, y en realidad quien se llevó la más grande fue ella. Debe ser horrible descubrir la infidelidad de tu esposo de esa manera; más aun cuando estás embarazada.

No podía despegar mi mirada de aquellos amantes que recién fueron descubiertos.  Mucho menos quería que Ariel se acercara a mí; no más revelaciones en este día, por favor.

“Alguien me puede explicar esto?” preguntó esta vez mi papá, dando u paso hacia ellos, quienes aun estaban congelados.

“Itzel…” Lisa no pudo decir más, mi mamá caminó inmediatamente hacia ella y ambas se abrazaron entre lágrimas.

A caso alguien aquí se iba a apiadar de la víctima principal?  Todos estaban aun pasmados y no reaccionaban.  Yo no esperé más, y llegué hasta Silvia, envolviéndola en un abrazo.

Un abrazo en el que se desplomó y comenzó a llorar sin consuelo.  Pobre de ella y pobre de mi futuro sobrino, quien probablemente estaba sintiendo el sufrimiento. 

“Silvia, yo…” comenzó a decir mi hermano sin importarle las preguntas que le habían hecho mi papá y Damián.

“No te acerques, no quiero que me hables…Cómo pudiste? Con Itzel?  Ustedes son como familia; como hermanos” de acuerdo, las palabras de Silvia me lastimaron a mí también; ella tenía mucha razón y me lo tenía que aplicar.

En esos instantes, pude ver como Fernando le pegaba a Itzel; Ariel corriendo a socorrer a su hermana.

“Papá, por favor, las cosas no se resuelven así!” gritó Ariel, intentando hacer reaccionar a su papá.

“Muévete, Ariel.  Te lo advierto…”

“No, papá.  No voy a permitir que actúes bajo coraje y luego te tengas que arrepentir.”

Ambos se quedaron mirándose fijamente a los ojos.  Podía notar que Ariel estaba algo asustado, pero lo disimulaba muy bien.

“Cómo pudiste hacer esta desfachatez?  Yo no te eduqué para esto!” le reclamó papá a Jeziel, imitando la reciente acción de Fernando; pegándole a mi hermano.

No soporté más este intercambio de golpes.  Todos estaban bajo coraje, como dijo Ariel, y si nadie detenía esto, probablemente podría ocurrir una desgracia. 

“Pueden dejar que Silvia y Jeziel hablen?  Que Jeziel le explique, y que Itzel de su versión; sin nosotros estar presentes?  Estamos demás aquí, esto es un problema de pareja…” grité con la poca fuerza que me quedaba.  Me dolía mucho ver a mi familia así, discutiendo, repartiéndose golpes.  Esos no éramos nosotros.

“Gracias Dany” me susurró Silvia en el oído, mientras yo la miraba al rostro y limpiaba sus lágrimas.

“Tú no mereces nada de esto, mucho menos la criatura que llevas dentro” le dije mientras le sonreía y la volvía a abrazar.

“No creo que sea el momento para hablar de esto, Jeziel.  Estoy muy dolida y tengo mucho coraje.  Solo te quiero decir dos cosas…” Silvia apretó mi mano en ese momento, tal vez buscando apoyo ante lo que iba a decir, “quiero que te vayas de esta casa, y… felicidades, vas a ser padre…” ante estas últimas palabras, ella salió de la habitación.

Inmediatamente, Jeziel comenzó a caminar hacia ella, yo deteniéndolo enseguida.

“Déjala tranquila, no te basta con lo que hiciste?  Dale tiempo para que hable contigo, después de todo…tú te lo buscaste” le dije con rabia en cada una de mis palabras.

Si tú me lo pidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora