Chiara abrió la puerta en tensión, esperando encontrarse con una caja enorme que dentro tenía un sillón de masaje, o una mesa plegable de acero inoxidable. Sin embargo, lo que vio al otro lado de la puerta hizo que su boca se abriera en sorpresa.

Ruslana se encontraba de pie, y detrás de ella estaban los amigos de Violeta; Martin, Álvaro y Denna.

— ¿Qué? — preguntó, mirando a las cuatro personas de una en una repetidas veces.

— ¡Sorpresa! — Ruslana dijo.

— ¡Rus! — Violeta gritó desde la cocina. El sonido de sus pies descalzos sobre el parqué, algo acelerado y muy marcado, indicaban su nivel de cabreo — Te juro por dios que como te hayas comprado un sofacama-

Violeta se calló cuando se puso al lado de Chiara y vio a sus amigos. Pestañeó, intentando entender qué sucedía, y a los pocos segundos miró a Ruslana.

— ¡Sorpresa! — repitió la bielorrusa.

Violeta sonrió, y se acercó a Ruslana. Esta abrió los brazos, pero en lugar de recibir un cálido abrazo de su amiga, se encontró con la puerta en sus narices.

— ¡Violeta! — Ruslana gritó, golpeando la puerta.

— Vivi — Chiara dijo, mirando a su novia. Su mano fue hacia el picaporte, pero paró cuando Violeta negó con la cabeza.

— Kiki, ¡abre! — Ruslana dijo. Su voz estaba siendo amortiguada por la puerta que las separaba.

— No abras — Violeta advirtió.

— Mejor me voy a duchar — Chiara dijo, separándose de la puerta.

— ¡Kiki! — Ruslana repitió.

— No le hagas caso — Violeta le dijo.

— Enough — Chiara dijo, acercándose a su novia para mirarla a los ojos — Deja de meterme en medio de tus discusiones con Rus.

— Genial. Ahora se ha cabreado — Violeta murmuró, yendo a abrir la puerta.

— Violeta, amiga — Ruslana sonrió, entrando dentro de la casa. Abrazó a la pelirroja mayor, y después a Chiara — Mira a quién me he encontrado en Atocha.

— ¿Encontrado? — Violeta levantó una ceja.

— Claro. De pura casualidad.

— Vio — Martin dijo, desde el descansillo — ¿Rus no te dijo que veníamos?

— No — Violeta se cruzó de brazos — Al parecer se cree que puede invitar a gente a mi casa sin consultar.

— Anda, exagerada — Ruslana dijo. Se puso detrás de Chiara y la abrazó, descansando su barbilla en el hombro de la pelinegra.

— ¿Exagerada? — Violeta preguntó, ofendida — No me has dicho que venía gente a casa.

— Vio — Denna dijo. Tenía su mano apoyada en el asa de la maleta, y miraba con atención a su amiga — No te preocupes, loca. Si tenemos habitación de hotel.

— Menos mal — Chiara susurró.

— ¿Ves? Si era solo una sopresita — Ruslana dijo, zarandeando de un lado a otro a Chiara — De verdad, qué mala imagen tienes de mí.

— Joder, pero esas cosas se avisan — Violeta se cruzó de brazos.

— Ruslana nos dijo que no te lo dijéramos — Álvaro acusó, levantando el dedo y señalando a Ruslana. La mujer jadeó, ofendida.

— Me has vendido — Ruslana acusó de vuelta.

— No jode, no quiero aguantar a Vio cabreada. Da miedo.

Mentiras de Jarabe | KiViWhere stories live. Discover now