37. Camino media ciudad (mis pies lo sintieron como media ciudad)

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Desperté gritando.

Mi pecho sube y baja buscando oxígeno, siento las mejillas húmedas de las lágrimas que derramé dormida, mi corazón en mi pecho late tan rápido como en aquella clase de deportes.

Una pesadilla, fue solo una pesadilla, una... demasiado real.

Recobrar una respiración normal no es fácil, mucho menos calmar mi corazón acelerado. La piel de gallina tampoco es facil de quitar, es una sensación que no me agrada pero que no es sencillo deshacerse de ella.

Las voces de mis sueños se siguen repitiendo en mi cabeza.

—¿Polet? —la puerta es abierta a la par, entre ojos lagrimosos veo a Percy con una cara de preocupación y en pijamas.

—Estoy... —paso saliva—, estoy bien... Fue, solo fue una pesadilla.

—Entiendo, yo también las tengo a veces...

Lo miré a él aún de pie en la puerta, esas malvadas voces están haciendo eco en mi cabeza, aumentando poco a poco su volumen queriendo volver a atacar.

—Percy... ¿Puedes... tú puedes quedarte? —murmuro—, por favor...

—Si lo necesitas, claro que puedo quedarme.

Asentí aún respirando agitadamente, tenía la sensación de que por muchas respiraciones profundas que dé, no estaba consiguiendo aire y eso empieza a inquietarme. Percy se hizo con el espacio vacío junto a la pared, poniéndose cómodo. Quise apoyarme, pero esa vocecita que repite «persona insoportable» no me lo permite, ¿Y si él de verdad piensa eso de mí? Tiene los motivos suficientes para hacerlo. Las manos me tiemblan y sudan demasiado, empiezo a sentir un hormigueo y las lágrimas se acumulan en mis ojos cuando aún no puedo recobrar el aire.

—Tranquila —susurra, atrayendome hacia sí, apoyo la mejilla a medio camino entre su hombro y pecho—, estás dando señales de un ataque de pánico, intenta relajarte.

No fue tan fácil de conseguir, el hormigueo siguió ahí un buen rato, no conseguí respirar por la nariz porque la tenía tupida. Empecé a asustarme de verdad cuando, de la nada, el aire no pasó de mi garganta.

—No puedo...

—Sí puedes.

Negué con la cabeza aún apoyada de su pecho, estaba empezando a temblar y ni siquiera hacía frío.

—No, no... yo no...

—Sshh —empieza a dar caricias a mi brazo, caricias reconfortantes—, solo... respira.

Y yo solo... respiré.

***

No sé en qué momento de la noche me quedé dormida.

Fui abriendo los ojos poco a poco, los párpados me pesan aún del sueño. Es difícil mantenerse despierta, sin embargo, lo consigo cuando empiezo a sentir débiles cosquillas a mi brazo.

Volteo la cabeza tan rápido que sentí un dolor en el cuello. Eso de cosquillas mañaneras no es normal. Me encontré con una mano, seguido de un brazo, seguido de...

Percy.

Sonríe de labios cerrados, aún adormilado.

—Buenos días, átomo en decadencia —saluda con una voz ronca recién despierta.

Recordé los sucesos de la noche anterior, mis gritos aterrados por la pesadilla, él apareciendo de la nada en mi habitación.

A Través De Mis Ojos Where stories live. Discover now