14. No sigas ruidos extraños del pasillo

26 4 0
                                    

Percy aún se veía alterado.

El camino de vuelta al internado solo se la pasó con la mirada perdida jugueteando ansioso con la pulcera de cuentas que lleva en la muñeca, también toqueteando eventualmente el anillo que lleva en el collar alrededor del cuello. No decía nada, no hacía otro movimiento más que el de sus manos y parpados. Estaba ahí, sentado a mi lado y, a la vez, es como si no lo estuviera.

No comprendía qué es lo que lo había puesto así en el parque, el rostro pálido, los ojos aguados, las respiraciones aceleradas... de la nada él solo se quedó viendo algo o alguien, y eso le había asustado.

La situación me hizo recordar mi primera noche en el internado, lo que me dijo Phoebe haciendo eco en mi cabeza «Percy es difícil de interpretar, Polet. Es cerrado, se reserva muchas cosas»

¿Qué son esos recuerdos que te guardas, Perceval?

No había que ser un genio para darse cuenta de eso, Percy es un tipo callado, y por lo general no suele hablar mucho de él, es el amigo que se sienta a observar y escuchar las conversaciones de los demás, que puede aportar en algo, pero nunca demasiado. El chico no habla de gustos, no habla de familia, nada. Se sabía que le gustaba la literatura porque no se preocupaba en parecer un friki de ello, que me haya comentado hoy que también tiene una afición por la escritura se debería considerar un evento del siglo.

Pero de resto, nadie conocía a profundidad a Percy Adams, y es porque él mismo se a encargado de ser así, de no demostrar mucho de sí, y cuando analizas eso, te deja pensando, ¿Por qué lo hace? ¿Qué tiene miedo de mostrar? ¿Quién o... qué le hizo daño para ser así?

Eran demasiadas interrogantes sobre una persona que de por sí ni siquiera le gusta hablar.

Como él estaba demasiado metido en su mundo, tuve que ser yo la que pidió parada y llevarlo conmigo fuera del autobús, la brisa fresca de la tarde debió de ser un golpe devuelta a la realidad, porque se pasó las manos por el pelo medio húmedo, nada más que mechones y ondas.

Su rostro había recuperado ese tono trigueño claro característico, pero sus ojos... esta es una de las ocasiones donde hay algo más que inexpresividad, estaban de un tono azul, sin embargo también iban un poco al verde, como si ambos colores quisieran estar ahí y, a la vez, ninguno se dejaba, dejando una mezcla de un azul verdoso en sus irises.

La cosa no estaba en los cambios de colores que tenía, sino lo que transmitían, tristeza, mucha... por un segundo quise ir y abrazarlo y no soltarlo, consolarlo de alguna forma, pero sé que él no se dejará, principalmente porque el contacto físico y él no van de la mano.

Así que mi mejor opción ahora es ir por la vieja confiable:

—¿Cómo estás?

Percy parpadea, viendo varios puntos del suelo, termina pasándose el dorso de la mano por la mejilla.

—No lo sé —murmura, alzando la mirada, parecía perdido, no solo aquí y ahora, si no también en su cabeza—, vámonos.

Dicho eso recorrimos el camino de vuelta al internado, él en ningún momento se dió cuenta de que le dirigía miradas de más, y es que de verdad todo esto me tenía preocupada, Percy será muy antipático y podrá caerme mal en ocasiones, con todo eso, seguía teniendo esa sensación de querer consolarlo.

Ya de vuelta, se me adelantó en la entrada para subir con prisa las escaleras, seguirle el paso fue más complicado porque yo no podía subir los peldaños de dos en dos como él.

—¡Hey, hey! —logré tomarle la muñeca antes de que huyera a su habitación—. Percy, con calma, por favor.

—¿Qué pasa, Polet? —voltea a verme, su ceño ligeramente fruncido.

A Través De Mis Ojos Where stories live. Discover now