32. Tenemos una charla profunda y desahogamos unos males... casi, no, ni cerca

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Me quedé fría.

«Porque era yo el que manejaba el auto esa noche, Polet, fui yo el que no vio el camión, mi hermano murió por mi culpa.»

Percy empezó a sollozar cabizbajo, yo me quedé congelada ante su reciente declaración. Quería creer que escuché mal, que mi cerebro o mis oídos me jugaron una mala pasada, pero no, la reacción del chico frente a mí es honesta, es triste y también culpable.

Y cuando sus lágrimas empezaron a caer sobre la guitarra, el impulso de abrazarlo se hizo más intenso.

Entonces, le hice caso.

Quité la guitarra de su regazo y la dejé a un lado, no creí nunca que vería a Percy llorar así, y espero que no se vuelva a repetir porque es algo que está doliendo muchísimo. Me hice con el espacio que quedaba en su silla y lo rodeé con mis brazos, Percy apoyó su mejilla húmeda de mi hombro. Empecé a darle caricias a la espalda, que sube y baja por los sollozos que no para de emitir.

—Tranquilo, tranquilo —dije, intentando que mi voz no se rompa. Yo no soy la persona más adecuada para consolarlo, pero tengo que hacerlo, por él, porque no está bien—. Percy, fue un accidente, no deberías de culparte por una situación que no controlabas.

—Pero... pero no lo entiendes, Polet —solloza, sorbe su nariz—, P-Patch había c-confiado en mí y yo... yo me distraje... debí, debí de ver si-siempre el camino... —otro sollozo, demasiado triste, demasiado doloroso para mí.

Intenté decir algo, solo que mi boca se movió en una mueca sin emitir alguna palabra de consuelo. ¿Qué podía decirle? No conozco todos los detalles, en cambio él estuvo ahí, lo vivió en carne propia y tiene tanta certeza en que es el culpable del accidente que es difícil refutarle.

—Tra-tranquilo, Percy —fue lo que pude decir.

Dolió mucho escucharlo llorar y más verle el rostro mojado por las lágrimas cuando se separó, no era el Percy Adams que conocí aquella mañana de mi primer día en Leighton, el tipo callado o de pocas palabras. Era el chico de quince años que tuvo un accidente de coche en el que perdió a su hermano, el chico que le duelen tantas cosas y que, por alguna razón que aún desconozco, se las tiene que guardar para sí mismo. Es una de las partes de una amistad que quedó sola después de que la otra se fue.

Todo eso estaba frente a mí, secándose las mejillas.

«Cuando pelas tanto una cebolla, cuando le sacas tantas capaz, al final llegas al corazón. Tenlo en mente.»

¿Ahora cómo si quiera puedo hacerme la idea de que Percy no confía en mí? Me a hablado de un tema que aún le duele a su corazón, está llorando frente a mí y tengo la certeza de que no lo a hecho frente a los chicos, también se está dejando abrazar, y teniendo en cuenta su historial como persona reacia a los abrazos o cualquier contacto humano, es un hecho asombroso.

De verdad me había ganado la confianza de Percy Adams.

Se limpia una última lágrima y se sorbe la nariz.

—Yo... lo siento, Polet, no debí...

—Hey —pongo mi mano sobre la suya, doy un apretón suave—, no te disculpes, llorar no es malo. Además, soy la menos indicada para juzgarte.

Una sonrisa triste medio aparece en sus labios. Aún tiene los ojos húmedos, se le habían puesto rojizos, seguían siendo de dos colores distintos.

—Lo extrañas mucho —digo, Percy asiente—, y aún te sientes culpable de que haya fallecido.

Suspiró.

—Si tan solo yo... hubiera estado atento...

Ambos nos recostamos del apoyo de la silla, que se balancea por un peso de dos personas que no a de estar acostumbrada. Sigo sin poder pensar en algo para decirle como consuelo, no es como que pueda decirle «no es tu culpa» porque no lo sé, no tengo detalles, y ni siquiera eso tan simple podrá quitarle los males que le pesan. A él le duele mucho y mis palabras, por muy firmes que sean, no harán más que sumarse a un bote lleno de iguales a ella que debieron decirle a lo largo de estos dos años.

A Través De Mis Ojos Where stories live. Discover now