Capítulo 11: Voluntad de Héroe

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— Izuku. Ayuda a todos los que se han quedado paralizados y llévalos a la salida más cercana. Yo entretendré a ese extra.

— Pero, Kacchan...

— No malgastes saliva y mueve tu trasero, Izuku. Cuanto antes acabes, antes podrás ayudarme. — Sin decir nada más, me lancé directamente hacia el dragón, como si fuera un príncipe de cuento de hadas.

Cuando llegué a su lado, el monstruo estaba demasiado distraído en intentar agrandar el agujero del pasillo para poder introducir todo su cuerpo en la sala. Por lo que, aprovechando que estaba centrado en otra cosa, salté con todas mis fuerzas y, con solo unas pocas explosiones, logré quedar a la altura de su cara. Obviamente, el sonido de mis detonaciones lo habían alertado, pero eso era justo lo que quería. Cuando giró su cuello hacia mí, lancé dos explosiones de luz directamente en sus ojos.

Zero Distance Stun Grenade. El dragón gritó de dolor y se agitó furioso. Como estaba cegado, pude esquivar sus garras con facilidad y acercarme lo suficiente para atacar con mi sable su cuello. Como era de esperar, las escamas resistieron bastante bien mi ataque y solo logré hacerle un pequeño arañazo. Chasqueé la lengua y tomé distancia para evitar que me golpeara.

GRRRRRRRRRR — el Infant Dragon seguía revolviéndose, intentando golpearme, pero solo atacaba completamente al azar mientras yo analizaba la situación desde la distancia.

— Debes tener algún punto débil, maldito dragón idiota. — susurré buscando alguna apertura en sus escamas, pero toda la piel visible estaba fuertemente blindada. — Mierda, tengo que pensar algo rápido. Si sale del pasillo estoy muerto. Mierda. — Tuve que saltar lejos para esquivar un zarpazo del maldito. Por sus ojos llenos de sangre que no dejaban de mirarme con odio, era fácil deducir que se había recuperado más rápido de lo esperado de mi ataque cegador. Una mierda en toda regla. — Vamos lagartija sobrealimentada, se buena y quédate quieta. — esta intentó volver a atacarme, pero, al estar atascada, sus garras no podían llegar a mi altura. — Parece que alguien se ha pasado con la comida. — me burlé y el dragón rasgaba el suelo intentando inútilmente alcanzarme. Creí que estaba a salvo, pero mi piel se erizó y, guiándome solo por mi instinto, salté y me propulsé hacia arriba para ganar la máxima altura posible. Resultó ser un acierto cuando, de la asquerosa boca del dragón, surgieron unas llamas anaranjadas que carbonizaron el suelo donde me encontraba hace unos instantes. — ¡Se suponía que no podías hacer eso, dragón tramposo! — aunque la llamarada fue breve, no tardó mucho en volver a lanzarme sus malditas llamas en un intento de convertirme en lobo asado.

Aun en el aire, seguía esquivando sus constantes llamaradas; pero sabía que esto no podría durar mucho más; principalmente porque no podía seguir malgastando mente de esta manera tan absurda. Por ese motivo, aprovechando el tiempo de recarga entre llamaradas, me lancé directo hacia él pegado al suelo justo en el momento en el que la última ráfaga acabó. Con el tiempo justo, logré posicionarme debajo de su boca y, agarrando mi espada con ambas manos, golpeé con mis pies el suelo con todas mis fuerzas para salir disparado hacia la zona inferior de su mandíbula. Ahí, las escamas eran menos resistentes y pude clavar toda el arma con relativa facilidad. El dragón se revolvió y, antes de que pudiera sacar el sable, me lanzó volando varios metros mientras agitaba con fuerza su cabeza.

Gruñí al sentir el dolor de chocar contra el suelo y mi piel sufrió al rodar a tal velocidad, pero antes de que la fuerza desapareciera, logré aprovecharla para girar y reincorporarme; aunque acabara con las rodillas hincadas en el suelo.

— Maldita lagartija obesa, eso ha dolido. — gruñí y, cuando alcé la mirada hacia la asquerosa, esta había logrado sacar su enorme trasero del pasillo, siendo totalmente libre ahora. — Serás hija de puta.

Is It Wrong to Try to Be a Hero in a Dungeon?Where stories live. Discover now