Proteger a la gente es el principal objetivo de un héroe. Para Katsuki, cuando sale a la calle para enfrentarse a los posibles villanos, su cabeza le dice que ese también es su principal prioridad como estudiante de la U.A. y futuro héroe. Pero, su...
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P.O.V. Katsuki.
Solo recuerdo la luz cegadora. Era tan potente que los ojos me ardían. Era como si esta fuera capaz de atravesarme el cráneo. Ni siquiera estar de espaldas al villano fue suficiente para reducir el cegador efecto de la luz.
Después de eso, todo se volvió negro, como si me hubiera quedado inconsciente. Pero, era extraño. Aunque no podía hacer ni sentir nada, continuaba percibiendo a Izuku apretado contra mi pecho. Seguía notando el latir de su corazón retumbar junto al mío.
El sonido repetitivo de su corazón fue lo que me permitió mantener la calma. No sabía lo que estaba ocurriendo. El villano, de alguna forma, había provocado una enorme explosión y ahora, con total seguridad, me encontraba postrado en cama mientras alucinaba con Izuku. O incluso peor, estoy muerto y estoy en una especie de cielo. Solo me concentré en el sonido de su corazón. Este resultaba hipnótico, como las llamas de una hoguera.
Todo se mantuvo igual por lo que me pareció una eternidad. Pero, la situación cambió cuando empecé a sentir que Izuku se separaba de mi abrazo. No sabía si podía, pero solo quise que el contacto entre nosotros no acabara. Lo acerqué contra mí y, aunque no lo sintiera perfectamente, Izuku volvió a estar pegado a mi pecho.
A si que, aunque conseguí que volviera a estar entre mis brazos, todo empezó a cambiar lentamente. Las sensaciones empezaron a volver lentamente. Empecé a notar el calor en mi piel, provocado seguramente por el sol. La sensación suave de lo que creía que era césped debajo de mí. La cálida respiración de Izuku encima de mi pecho. El sonido del canto de las aves junto con los ligeros ronquidos del hermoso chico entre mis brazos. Los rizos suaves y esponjosos de la persona a la que amo acariciando mi cara con delicadeza.
Definitivamente este era el cielo, porque no creo que nunca haya sentido algo parecido y agradable en toda mi vida. Ni siquiera cuando Izuku se quedó dormido en mi regazo tras unas clases intensivas en mi habitación. Esta era la mejor sensación del mundo y lo único que deseaba es que nunca acabara.
Pero, no todo era para siempre. Por mucho que lo evité, Izuku acabó por separarse de mí. Intenté que volviera, pero no podía encontrarlo. Fue en ese momento que, por primera vez, intenté ver que estaba ocurriendo. Mis párpados pesaban, pero, tras mucho esfuerzo, pude ver, aunque fuera un poco borroso. No reconocía el lugar donde nos encontrábamos. Parecía que estaba en un pequeño claro en un bosque. El cielo estaba despejado con unas ligeras nubes blancas para decorarlo. Pero, no me fijé en lo hermoso que era el sitio en el que me encontraba. Quedé deslumbrado al observar a la persona que tenía a mi lado.
Izuku estaba sentado a mi lado mientras observaba a su alrededor con un asquerosamente adorable puchero de confusión. Estaba tan distraído en sus pecas que no vi lo que estaba mal hasta que lo que parecía una alargada oreja peluda se interpuso entre mis ojos y los regordetes mofletes de Izuku. Entonces, me erguí totalmente asustado, sin despegar mi mirada de las dos esponjosas orejas que salían de la cabeza de Izuku.