Capítulo 5: La oferta de una diosa

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P.O.V. Katsuki

Ya llevábamos una semana trabajando en la Anfitriona de la Fertilidad y todo iba cuadrando poco a poco en mi cabeza. Durante este tiempo, no solo hemos estado trabajando; sino que, tanto Izuku como yo hemos estado investigando todo lo que pudiéramos sobre este mundo. Hemos ido a varias bibliotecas y hemos leído una decena de libros sobre todo tipo de temas. Historia de Orario, Dioses, Familias de Orario, Aventureros más famosos y poderosos, funcionamiento del falna y crecimiento de los aventureros, labores de los aventureros e incluso toda la información que pudiéramos sobre el Calabozo y los monstruos que habitan ahí. Gracias a la elfa paranoica del Gremio, nos hemos estudiado la información de varios de los pisos del Calabozo. No es que fuéramos unos expertos sobre todos estos temas, pero al menos ya no estábamos tan perdidos como al principio.

Además, también nos habíamos familiarizado con la naturaleza de los dioses. Yo, cuando oí por primera vez que en este mundo había dioses, me imaginé que estos eran seres que emanaban respeto y adoración. Esa imagen se me fue en el instante en el que vi a uno de ellos suplicándole a uno de sus subordinados por unas pocas monedas para poder emborracharse. Sí, me habían bajado mucho el listón.

Como todas las tardes de esta semana, ya estaba en la cocina ayudando a la gata estresada a cocinar los pedidos que nos pasaban las camareras o Mia. Y, sí, durante toda la semana he tenido que controlarme para no parecer idiota cada vez que veía a Izuku con su uniforme. Era una imagen tan adorable y al mismo tiempo tan lasciva que con solo una sonrisa podía provocarme una hemorragia nasal. Lo peor de todo es que la maldita pervertida de camarera polvorosa se había dado cuenta de mi atracción por el peliverde; y no paraba de ponerme en situaciones comprometidas con él, o de soltar comentarios sobre lo guapo que estaba Izuku o lo bien que le quedaba el uniforme. Incluso una vez se me acercó y me preguntó en un susurro si creía que el vestido le hacía un buen culo. Lo cual, obviamente era cierto, pero no iba a decirlo en voz alta; y mucho menos IVA a reconocerlo delante de ese demonio de ojos grises.

En uno de los pedidos, Mia se acercó directamente a mí y me pidió que, tras preparar la comida, le entregara los platos a Izuku y que luego lo acompañara. Lo cual, era muy raro de su parte, pero, como no quería quedarme tirado en la calle y sin una forma de ganar dinero, tuve que obedecer.

En esta ocasión , debía preparar un plato de curry picante, otro de soba y dos de katsudon. Lo cual, hizo sentirme ligeramente orgulloso por una sencilla razón. Desde que empecé a preparar platos tradicionales japoneses, estos empezaron a volverse bastante famosos. Tanto, que dejaron de ser platos especiales del día y estar incluidos en el menú. Aunque eso tenía que haber sido predecible. Mi comida es fantástica.

— ¿Ya tienes el pedido, Kacchan? — Izuku asomó la mitad de su cuerpo por la puerta para hablarme. Tuve que mirarle de reojo porque si lo observara directamente, quedaría como idiota con solo ver la falda de su vestido.

— Ya está, impaciente de mierda. — Gruñí y le entregué los platos para que los pusiera en su bandeja y pudiera llevar todos al mismo tiempo. — ¿Sabes por qué Mama Mía quiere que salga?

Is It Wrong to Try to Be a Hero in a Dungeon?Where stories live. Discover now