— Odias los musicales — Violeta apuntó.

— Donde hay lesbianas ahí estoy yo — Ruslana dijo, alzándose de hombros.

— Pues a ver si la lesbiana puede ayudar a limpiar.

La sonrisa de Ruslana se borró, y de repente se tiró contra el sofá, elevando uno de sus dedos. Su otra mano descansó sobre su frente mientras un gesto de dolor consumía su rostro.

— ¡Ah! — se quejó, sujetando su mano con fuerza — ¡Violeta, ayuda!

Violeta apoyó la escoba contra la pared. Puso sus manos en sus caderas y la miró expectante — ¿Ahora qué?

— Me he hecho pupita en el dedo — dijo, levantando el dedo índice.

— Vaya tú por dios — Violeta dijo, yendo hasta el sofá. Agarró la muñeca de Ruslana y la inspeccionó con sumo detalle — Sí, parece grave.

— ¿A que sí? — Ruslana hizo un puchero.

— Me temo que con el dedo como lo tienes, no vas a poder dormir con mi hermana. Por si acaso te da un golpe mientras dormís.

Ruslana apartó su mano del agarre de Violeta y se levantó.

— ¿Con qué quieres que te ayude?

— Limpia toda tu mierda, para empezar.

Ruslana suspiró, y le dedicó una mirada llena de odio — Eres cruel.

— Soy limpia. Venga, que quiero que esté todo recogido antes de que vuelvan Kiki y Tana.

— Eres como la señorita Rottenmeier.

— A limpiar — Violeta golpeó el trasero de Ruslana con una bayeta.

— Qué triste — Ruslana dijo, suspirando — En vez de echar un polvo lo estoy quitando.

Violeta la ignoró, y continuó limpiando. Pasó su bayeta por toda la casa. Por la televisión, la encimera, la mesa donde comían; por todas las superficies que podía. Después, comenzó a sacar libros de la estantería donde guardaban libros en conjuntos, una estantería que desde que se fueron a vivir juntas se convirtió en la librería de las dos.

El único sitio donde, al principio, parecía que encajaban en conjunto.

— Joder, cuanta mierda hay en la cocina — Ruslana se quejó.

Violeta levantó la vista desde donde estaba arrodillada, y le sonrió a su amiga — Tana ha hecho hoy la comida — explicó.

— Bueno, se lo limpio — Ruslana dijo — La pobre vendrá cansada del trabajo.

— No te la vas a follar, Rus — Violeta advirtió.

— Qué soez — Ruslana dijo, con tono de ofensa.

La pelirroja mayor sacó varios libros y los dejó en el suelo. Agarró el limpiacristales de la mesa y esparció el líquido sobre la estantería. Con la bayeta recogió todo el polvo acumulado, limpiando todo a su paso.

Asegurándose de que todo estaba seco, comenzó a colocar los libros de nuevo en su sitio. No le prestó mucha atención a lo que hacía, prefiriendo escuchar a Ruslana mientras se quejaba de lo mucho que odiaba limpiar.

No fue hasta que se arrodilló para colocar los libros en las baldosas de abajo que algo llamó su atención.

Era grande, y de tapa dura, y al mirarlo más de cerca Violeta se dio cuenta de que, a pesar de estar apilado entre los demás libros, no lo era.

Era un álbum de fotos.

Violeta sonrió, pasando su dedo sobre las letras en la portada. Chiara's Photo Book.

Mentiras de Jarabe | KiViDonde viven las historias. Descúbrelo ahora