20- Querida Rarity.

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Aquella peliazul organizaba sus telas recientes. Después de entregar su último diseño, le llegó un pedido de una conocida de su profesora. Estaba preparándose para poder entregarlo en dos semanas.

—Supongo que estás ocupada, así que te traeré la cena, ¿está bien?—Preguntó aquella rubia, mirando con ternura a su pareja.

—Gracias, corazón. Está perfecto. —Dijo dulcemente.

AppleJack salió de la habitación con dirección a la cocina, mientras que Rarity seguía con su organización.

Claro, eso fue hasta que empezó a escuchar un tono de llamada.

Suspiró con molestia al ser interrumpida y al ver la pantalla de su celular, se asustó tanto que gritó.

Su novia, alertada por el grito corrió hasta ella.

—¿Estás bien, dulzura?—Preguntó preocupada al ver la cara de su pareja.

—No... ¡No! Nada está bien. —Respondió dramáticamente. —Mis padres... ¡me están llamando! —La rubia la miró confundida.

—¿Eso... es malo?

—Es terrible. —Respondió. —Cada vez que me llaman es porque quieren verme, siempre que hacen miles de preguntas y examinan cada ellas. Es como un examen oral, lo odio. —Dijo recordando todas las veces anteriores.

—Vaya... no sabía lo difícil que era. —Dijo apenada. –Entiendo, cariño.

Pronto, el tono que ya se había detenido volvió a sonar.

—¿Y qué harás?

Rarity suspiró. —Sino contesto de todas maneras vendrán, es mejor que no me tomen por sorpresa. —Contestó la llamada. —Buenas noches, madre. —Dijo sin mucho cariño. —Sí, sí. He estado yendo a la universidad todos los días. —Dijo, respondiendo a su madre. —Claro, no se preocupe, madre. —Siguió. —Iré, no es como si no pudiera. —Suspiró. —Hasta mañana, saludos para padre y para Sweetie belle. —Finalizó, para después colgar la llamada.

AppleJack la miró. —¿Y bien?

—Iré a verlos mañana. —Dijo con tristeza. —¿Me acompañarías?

La rubia se ruborizó de la sorpresa. —¿Yo? Es decir, obvio, yo. Pero... ¿Estás segura?

Asintió. —Por qué no. Lamento que no podré decirle a mis padres aún... pero al menos para que tú los conozcas a ellos, digo... no son los mejores pero tal vez...—Balbuceaba entre nervios, a lo que AppleJack le dió un corto beso.

—Me encantaría ir. No tengo problema. —Sonrió.

Rarity agradecía una y mil veces tener a aquella rubia en su vida.

●●●

Aquella adolescente de ondas se encontraba contenta, buscando entre su armario la mejor ropa para la ocasión.

—Vaya, debes estar muy emocionada por ver a tú hermana. —Mencionó aquella joven adolescente campirana.

—Claro que lo estoy, AppleBloom. No veo a Rarity hace semanas, si no fuera por mis padres tal vez la vería más seguido. —Dijo, lamentando su situación. —¡Ugh! Ya van a ser las diez, mis padres están por llegar. —Recordó con molestia.

—Que lastima. Entonces es hora de que me vaya. —Dijo la adolescente campirana. —Me cuentas cómo te va con tú hermana.

—Lo haré, de todas maneras tengo que contarle también a Diamond Tiara. —Recordó. Su contraria la asintió con tristeza. —nos vemos.

Aquella refinada y dulce adolescente esperó unos minutos más, hasta que escuchó el auto en el que sabía que venían sus padres.

—Los nuevos empleados son una locura.—Dijo su padre, entrando a la casa.

—Dímelo a mí. Es terrible. —Dijo ahora su madre. Ambos padres finalmente mirando a su adolescente, escuchando todo. —Buenos días Sweetie Belle, tuvimos un pequeño percance en la empresa, pero ya dejamos a alguien a cargo por hoy. —Mencionó su madre.

—Buenos días, mamá y papá. Es bueno que estén aquí, Rarity dijo que estará aquí a medio día. —Ambos padres se miraron.

—Ah, cierto. Ella vendrá hoy. —Recordó su padre.

—¿Crees que ya se consiguió un novio de esos guapos? —Preguntó curiosa su madre.

—Es la universidad Canterlot, hay gente con dinero en su mayoría. Aunque planeaba presentarle al hijo de un socio mío, es unos años mayor que ella, pero es un buen muchacho y más que todo, heredará el negocio de su padre. —Dijo esta vez su padre.

La adolescente miró la escena con decepción, sus padres otra vez irrumpirían en la vida de su hermana mayor.

Pasaron un par de horas y una pareja con nervios se encontraba afuera de la gran casa. La peliazul dió un profundo suspiro y tocó el timbre.

—¡Yo abro! —Gritó la menor desde adentro, abriendo la puerta con emoción. —¡Rarity! —Exclamó al ver a su hermana. Luego miró a su acompañante con curiosidad.

—Tanto tiempo, Sweetie. Ella es AppleJack, una... amiga. —Dijo lo último casi en susurro, pero aún audible.

—Entiendo, pasen.

Aquel par entró, y una vez ya en la sala de estar la adolescente invitó a la vaquera a sentarse, mientras que la peliazul buscaba a sus padres.

—Oh, querida Rarity. —Dijo su madre al verla. —Pero mírate, te ves más grande. —Mencionó con una sonrisa.

—Gracias, madre. —Respondió.

—Rarity Belle, ¿nos presentarías a tu amiga? —Cuestionó su padre, mirando a la acompañante de su hija.

A pesar de que no era lo suyo, ese día AppleJack traía puesto un vestido color blanco, algo sencillo y lo más cómodo que pudo darle Rarity.

—Me encanta lo sencillo que es. —Halagó la mujer.

AppleJack entonces recordó que la peliazul eligió ese vestido justamente pensando en el gusto de su madre.

—El almuerzo está servido. —Anunció una de las cocineras del lugar.

Pronto se encontraban en la mesa, disfrutando de un platillo de pasta con crema.

Aquella joven adolescente miraba al par sentadas juntas, una al lado de la otra. No recordaba sin duda el nombre de applejack, si su hermana nunca le contó sobre ella y eran tan cercanas sólo significaba una cosa; era algo secreto, pero que sin duda ella se encargaría de descubrir.

Y mil veces más. [RariJack]Where stories live. Discover now