05- Por conocerte.

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La peliazul vestía un bello vestido morado, nada tan simple, con unos tacones lilas y su maquillaje de siempre.

—¿Ya vamos a llegar? –Preguntó impaciente su amiga.

—Querida, acabo de arrancar el auto.—Dijo con diversión la peliazul.

Aún no podían creerlo, es verdad, no fue nada fácil terminar de convencer a AppleJack de darle otra oportunidad a Sugar Belle. Pero terminó cediendo al notar la felicidad que esta le traía a su hermano.

Vió como su amiga no dejaba de sonreír al parar el auto y estacionario, bajó rápidamente de este y fue directo donde Big Mac.

—Bienvenidas a la granja Apple, si me permiten... —Dijo una educada, avergonzada y amable AppleJack, mientras les abría paso con las manos.

—Gracias, señorita AppleJack. —Respondió la peliazul.

La pecosa negó nerviosa. —Sólo AppleJack, Rarity.

—Bien, Applejack...—Sonrieron ambas.

Llegaron hasta el comedor y ambas invitadas tomaron asientos, pronto, empezaron a llegar tantos platillos a la mesa como pudieron.

—Esto se ve delicioso, Señora. —Dijo con un gran apetito la ondulada.

—¡Ay mija! Ya te he dicho que me llames abuela Smith, para mí ya eres parte de la familia. —Dice con diversión la mayor.

—Muchas gracias, abuela Smith. —Rarity la mira. —Le presento a Rarity, es mi mejor amiga y estudia lo mismo que yo.

La abuela Smith le da un abrazo con palmadas en la espalda de la peliazul, la cual sonríe ante la alegría de la mayor.

—Vaya, vaya... un gusto, Rarity. Me gustan tus ojos azules. —Dice la de mayor edad. —Lamento que recién  nos conozcamos, últimamente he estado durmiendo mucho.

—¡Oh, no se preocupe! —Dice con amabilidad. —El pañuelo que lleva es encantador y práctico. —Dice mirándolo.

—Claro, mija. Te contaría la historia de cómo lo tengo...

—Abuela Smith, ya podemos empezar a comer. —Interrumpió aquella rubia pecosa.

Rarity miraba cada plato servido, se veían deliciosos. Pronto, llegó la hora de los postres y estaba más que deleitada.

—Te recomiendo el Pie de manzana de la abuela, yo le ayudé a hacerlo. —Dice mirando a la peliazul, la cual le devuelve la mirada. —Si quieres, claro. —Aparta la mirada con nervios.

La peliazul saboreó detalladamente aquel pie y lo admitía, nunca antes había probado uno tan delicioso.

—Ay querida, está delicioso. —Dice con una sonrisa.

—Puedes venir cuando quieras a comer otra vez. –Invita la rubia, con una amable sonrisa y un leve sonrojo.

Rarity la observaba detalladamente y aún no lo creía completamente, era la misma mujer que había tratado mal a su amiga hace menos de una semana... ¿Y esos ojos? Culpaba a esas bellas esmeraldas de llamar absolutamente toda su atención. No dejaba de mirarla, al menos hasta que la pecosa empezó a sonrojarse notablemente al notar su mirada y Rarity no quedó atrás.

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La peliazul sonreía y asentía ante cualquier explicación y habladuría de su amiga.

—Ya lo estudié tres veces, de todas formas tal vez deba repasarlo unas tres veces más. —Dice con una sonrisa. —Ya leí dos veces el libro, es largo pero vale la pena.

—¿Y qué me dices de la chica que no deja de molestarte? —Menciona la peliazul, recordando los constantes quejidos de su amiga.

—Sunset Shimmer... —Menciona con seriedad la de flequillo. —Esa descerebrada piensa que podrá competir conmigo en algo, sin embargo, ya no es la secundaria y por suerte estudiamos distintas carreras. Aunque ya pasaron dos años, no entiendo por qué me sigue molestando. —Dice tirando su cabeza sobre la mesa.

—Sí te llega a pegar o a tocar un pelo, dímelo. Te juro que haré que se arrepienta. —Dice decidida la peliazul.

—No estoy segura, sabe Artes marciales. Pero no te preocupes, ella nunca me ha pegado o algo así... sólo le gusta hacerme enojar. —Recuerda, apretando su puño de sólo pensarla nuevamente.

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Rarity iba camino al supermercado, justo ese día su auto no arrancaba así que tomó un taxi. Aunque claro, no pensó que al salir del supermercado el clima se descomponería y entonces la lluvia la agarraria al querer ir a agarrar taxi, cosa que no pilló.

—¿Necesita que la lleve a algún lugar? —Rarity levanta la cabeza, dudando en aceptar la ayuda Al ver quién era. La pecosa nota la mirada dudosa de la más pálida. —Si te soy sincera, los taxis debes estar ocupados y la lluvia durará bastante, lo sé. —Dice con seguridad.

Rarity vuelve a mirarla y sonríe. —Gracias, AppleJack. —Dice antes de subirse a la camioneta que conducía la pecosa.

Por un tiempo el camino estaba en silencio, pero AppleJack no iba a dejarlo así.

—De verdad lamento todo... —Dice, sin quitar la mirada del camino. —Pero quiero que sepas que en todo momento fui sincera contigo, aunque tal vez no con Sugar Belle...

—¿Entonces de verdad no nos acostamos? —La pecosa ríe y niega con la cabeza. —Que pena, serías mi primera vez con una mujer.

La rubia detiene la camioneta, habían llegado al lugar de Rarity.

—¿No lo has hecho con mujeres?—Dice, mirándola sin quitar su sonrisa.

—No, querida. No es que no quiera, simplemente ninguna me ha llamado la atención de esa forma. —La pecosa asiente, en señal de comprensión. —Al menos hasta ahora...

Rarity no podía evitarlo. La camisa, esa camisa...
La camisa de AppleJack no estaba del todo abrochada, además de estar levemente mojada, tal vez por la lluvia.
No pudo evitar sonrojarse y sonreír al imaginar de diferentes formas a la rubia frente suyo.

—¿Y vas a decirme que quieres que entre contigo a tu casa? —Pregunta con diversión la pecosa, mirando a la perdida peliazul.

—Dijiste que la lluvia duraría bastante, quédate hasta que se calme un poco.

—Bien, cuidado al salir, no te vayas a mojar más. —Rarity mira su atuendo, tenía razón, estaba empapada y no solamente sus prendas exteriores.

Ambas corren hasta la puerta del departamento y Rarity cierra la puerta al estar las dos dentro. Luego mira a la pecosa, parada mientras observaba el lugar.

—Cuéntame más de tí, es bueno conocernos más...

Y mil veces más. [RariJack]Where stories live. Discover now