31

576 54 4
                                    

— ¡Eu loquitos! — Pau saludo con una sonrisa fingida de oreja a oreja, pero con sus ojos brillosos por ver a los tres mocosos que le alegraban los fines de semanas.

— ¡Tío Pau! — Gritaron y Julieta ya se tapo los oídos antes de siquiera oír bien la voz de Paulo, acostumbrada a los gritos.

— ¿Cómo estás, mí amor? ¿Ya no te duele tanto la panza? — Paulo miró directamente a su sobrina, inspeccionando lo que podía por el aparato.

— No tío. Me duele cuando me muevo mucho. — explicó y Paulo sonrió aliviado suspirando. Julieta sonrió, cruzada de brazos, apoyada en el mueble desde donde se podía ver a Paulo, y las tres cabezas de sus hijos.

— Bueno. Pero no te esfuerces mucho, eh. — Le dijo con cariño, pero Julieta frunció el ceño. Su sonrisa no le gustaba nada de nada. Más tarde hablaría con el por privado.

— ¡Tío, tío! — Valen se exaltó llamando su atención, como el nene celoso que era. Paulo carcajeó y miró a Valentino quien sonrió orgulloso. — Yo la estoy cuidando, así que me tenés que llevar a la Roma después. — Le dijo con orgullo. Paulo alzó sus comisuras en una sonrisa verdadera por fin.

— Eu, eu. Ustedes dos. — Julieta aplaudió llamando la atención de ambos. Paulo dejo que sus ojos verdes recayeran sobre ella con curiosidad, Valentino le miró con algo de temor. — ¿Que es eso de que ibas a encontrar la forma de que lo deje ir? — Alzó las cejas hacía Paulo con ojos acusadores. El río nervioso.

— Me gustaría decirte eso después, gorda. Cara a cara, por qué se que o me vas a matar, o me vas a matar. Y prefiero que me mates a qué te guardes la fea sensación. — Le dijo burlón pero con ese cariño característico de él.

— ¿Que hiciste ahora Paulo Exequiel Dybala? — Ella le miró molesta e irritada y el sonrió inocente.

— Ya lo dije. No me hagas repetirlo — Hablo, alargando la última palabra alzando y bajando las cejas. — Por cierto. Cande — Llamo a la que estaba en medio de los tres nenes. — ¿Quien te compro ese poni que pediste para tu cumpleaños? — Paulo le miró con una sonrisa de oreja a oreja. Julieta le miró con la boca abierta y sus ojos abiertos. Dispuesta a exigirle a Paulo que no se atreva.

— Paulo. — Demandó, furiosa.

— ¿Que? Ella quería un poni va a tener un poni. — Alzó los hombros con indiferencia. Los ojos verdes de Julieta hicieron contraste contra los de Paulo, en una lucha mortal furiosa, o eso parecía ante los tres nenes.

— Paulo, eso dijiste cuando Lotte quiso un tigre blanco. ¡No sé de dónde sacaste un tigre blanco! Y si yo no lo hubiera dejado en el zoológico, seguramente todos nosotros estaríamos sin una parte de nuestros cuerpos. — Se quejo, con las manos en sus caderas mirándole sería. Paulo le miró ofendido.

— ¡Y vos me dijiste que lo robaron, conchuda! —

— ¡No me cambies el tema! — Le reclamo.

— Esperen, esperen — Valentino llamo la atención de ambos adultos. — ¿Le diste a Lotte un tigre blanco, le vas a dar a Cande un poni y a mí no vas a dar la cancha de fútbol? ¿en serio? — Le reclamo.

— Eu, eu, capo. Vos y yo tenemos un trato no te bajes ahora. — Le miró con advertencia.

Julieta ya ni se sorprendió. Sus hijos hacían y deshacían tratos con Paulo cada que podían y querían. Y era verdad, desde que Valentino aprendió a hablar fluidamente, le exigía a Paulo la cancha que tenía en su casa en Turín que claramente ya no utilizaba como regalo de cumpleaños. Paulo le había dicho algo al oído y su hijo pareció contentarse, Oriana le dijo que no se preocupe, que Paulo no era tan pelotudo de dejar una casa al nombre de un nene, pero comenzaba a sospechar.

Después de todo.

¿que no haría Paulo por sus hijos?

Papás por accidente一❝LEANDRO PAREDES ft. PAULO DYBALA❞Where stories live. Discover now