Capítulo 25

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| MELODÍA TACITURNA | 

La primera nevada había llegado, cubriendo todo a su paso con un manto blanco

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La primera nevada había llegado, cubriendo todo a su paso con un manto blanco. Algunos niños jugaban, formando pequeñas bolas de nieve para lanzarse en un juego absurdo que los hacía felices. Había pasado una semana desde la muerte de Fatmir, y aún me costaba creer que ahora podía salir tranquila y disfrutar del clima, como la pareja de novios que sonreían tomados de la mano.

Sostenía mi taza de café, buscando calor, mientras mis pensamientos se perdían en la escena fuera de la ventana. El aire helaba hasta los huesos, pero a nadie parecía importarle, excepto algunas personas que maldecían temblando, apuradas por entrar en la calidez de sus hogares.

— ¿Podría ser yo quien ocupe tus cavilaciones? — indagó una voz profunda a mi lado.

Dibujé una sonrisa en mi rostro de inmediato y volteé mi cabeza hacia él, consciente de quién se trataba.

— Tal vez — mentí, y él alzó una ceja sin creerme. No solo estaba en mi mente, sino también en mi corazón. Había logrado ser parte de mi ser, de mi presente y de mi futuro.

— Siempre he sabido que eres mala para contradecir la verdad — tomó asiento frente a mí y robó mi café para llevarlo a sus labios carnosos, que se notaban más rojos junto con su nariz helada.

— ¿Cómo está Grace? — Williams seguía en el hospital cuidando de su esposa, mientras su hija estaba bajo el cuidado de su suegra, que hacía poco había llegado al país, según la breve historia que me contó Azriel.

Volvió a dejar la taza en su sitio y transformó su expresión en una capa de hielo, como solía hacer cuando algo lo afectaba profundamente. Sabía que ellos eran como una familia para él y esta situación lo devastaba. Aunque podía comprender el alivio que sentía de haberse quitado un peso de encima con mi caso y así poder estar más pendiente de su amigo.

— Se recuperó del golpe en la cabeza; por lo que, ya empezaron con la quimioterapia para tratar su leucemia. Clarisa fue hoy a ver a su madre y se dio cuenta de que su cabello se había caído; y aun así, la pequeña actuó feliz, contándole lo que había hecho con su abuela.

— Es una niña muy fuerte, así como su madre. Seguro podrá luchar contra su enfermedad, para seguir siendo la luz de esa pequeña — atrapé sus manos entre las mías para brindarle consuelo. Aunque no había conocido a Clarisa ni a Grace, era como si las conociera, por lo que me había contado él.

— Williams también trata de aparentar estar bien. Sin embargo, sé que no quiere derrumbarse frente a ellas. Desde un principio sabe que las probabilidades son muy mínimas — sus ojos se llenaron de tristeza y su boca se torció en un gesto triste.

— El tiempo lo dirá. A veces, la voluntad de los pacientes es más poderosa que la palabra de un médico — comenté, recordando circunstancias en las que me había equivocado, pensando que no había esperanza para alguien, y me habían demostrado lo contrario.

Enigma De SangreOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz