Una psiquiatra llevada por sus pasiones se adentra a un oscuro mundo lleno de secretos manchados de sangre y deseo, de dónde tratará de escapar a como dé lugar llevándose consigo varias sorpresas. Entre ellas, un hombre con una alma enardecida, que...
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Siempre tuve sueños y aspiraciones, siempre soñé que mi vida sería emocionante, llena de sentimientos, emociones y secretos, que como yo, todo el mundo guarda.
Me apasione por la lectura, por esas historias fantásticas, heroicas, sangrientas y peculiares, que a todos en algún momento nos gustaría vivir, aun cuando nos asusta lo desconocido y raro de este mundo.
Mi vida, tal vez sea como cualquier otra, como cualquier otra chica que se apasiona por algo, por un tema en el cual centrarse. En mi caso, guiada por la extraña enfermedad de mi padre, quise ser psiquiatra. Aventurada por cómo la mente humana, extrañamente genera cambios que muy pocos comprenden. Como la mente tan poderosa, vagamente va dando señales a lo largo de la vida, de que algo no está bien, no está dentro del rango que todos definimos como normal.
Mi profesión me llevó a enfrentar hechos extraños y peligrosos, me llevó a adentrarme a la mente de psicopatas tan perturbadores como las mismas historias y expedientes de los que han existido a lo largo de la historia nos demuestran.
Siendo una doctora especializada en la mente humana, en lo que se cree lógico, en lo que solo el mundo sabe y conoce hasta el momento. Nunca fui escéptica de lo extraordinario. Es más, soñaba con descubrir algo sorprendente, soñaba con que esas historias que a menudo leía entre mis tiempos libres, y que alimentaba mi mente curiosa desde que era una adolescente, tuvieran un poco de realidad entre tanta fantasía.
Ahora, a mis cortos veinticinco años de edad, vivo mi vida un poco alejada de mi familia; pues, impulsada por ese instinto aventurero, por esos sentimientos que desde pequeña me acompañaban, quise viajar a un lugar nuevo y totalmente desconocido para mí. Así fue como llegué sola y con una sonrisa a este nuevo y recóndito país. Literalmente, al otro lado del mundo.
Albania, un país al que nunca esperé llegar ni conocer. Tan poco conocido, ubicado al suroeste de Europa. Un país que, con su historia y cultura, logró conquistarme. Aun cuando, hasta su propio idioma era desconocido para mí.
Junto con un equipo de investigación médica, nos aventuramos a descubrir lo que inevitablemente tenía para ofrecernos. Todos, ansiosos por lo que podría pasar en este viaje sin retorno.
El equipo de investigación médica y científica, era bastante grande, aproximadamente 30 personas de diferentes países. Sin embargo, este a su vez fue dividido en pequeños grupos, distribuidos en su mayoría en la ciudad capital Tirana.
Mientras que yo junto con otros cinco colegas, fuimos enviados a la pequeña y misteriosa ciudad de Berat, la ciudad más antigua del país, llena de diferentes culturas e idiomas al ser poseedora de tres cascos antiguos llamados Mangalem, Gorica y Kalaja, y múltiples mezquitas e iglesias.
Dentro de nuestro pequeño grupo se encontraban tres mujeres y dos hombres, Sara, Amber, Pablo y George, un chico de origen albanés, que sería nuestro guía, por la longeva ciudad. A la que justamente habíamos llegado hacía un par de horas y donde estábamos descansando en una pequeña casa destinada para nuestro hospedaje.
