Una psiquiatra llevada por sus pasiones se adentra a un oscuro mundo lleno de secretos manchados de sangre y deseo, de dónde tratará de escapar a como dé lugar llevándose consigo varias sorpresas. Entre ellas, un hombre con una alma enardecida, que...
Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.
Al día siguiente, todos nos levantamos puntuales. George, nos iba a dar un pequeño paseo por toda la ciudad, mientras conocíamos y nos adaptábamos al lugar, para iniciar nuestras labores investigativas, cada uno en su área profesional, brindando apoyo médico al hospital general de la ciudad. Quien poseía un gran hospital principal y otras pequeñas entidades, que al parecer no eran muy recomendadas para los ciudadanos.
Así fue como cada uno se arregló para salir, y bajamos todos a la cocina, para preparar el desayuno... o bueno ...casi todos.
—Es increíble, no entiendo como ellos terminaron aquí, no hacen más que comportarse como adultos irresponsables— exclamó exasperado George, entrando a la cocina, seguido por Sara y por mí; pues Amber y Pablo, simplemente se sentaron otra vez, a hablar cómodamente en la sala, mientras que nosotros tres hacíamos el desayuno para todos, aun cuando el plan era ayudar todos, ¡todos!
—Tienen una forma de ser...peculiar— respondí con una sonrisa nerviosa, mientras admiraba la bonita cocina que tenía enfrente.
Los gabinetes eran de un color verde claro como el armario de la habitación, grande, lo suficiente como para que los tres cocináramos cómodamente, junto con una pequeña barra que separaba la cocina del comedor y la sala.
Había una amplia mesa de comedor, lo suficiente como para que diez personas se sentaran en ella, y enseguida la sala. Dándole un aspecto amplio, abierto e iluminado, gracias a los grandes ventanales que poseía la casa.
—Bien, creo que por hoy lo dejaremos pasar, mañana nos distribuiremos las labores de la casa, para mantener el orden durante todo el año.
Ambos asentimos a lo dicho por Sara y nos pusimos manos a la obra, para poder desayunar.
Teníamos bastante hambre, el día anterior estábamos muy cansados del viaje como para cocinar, así que, no comimos nada desde la tarde.
Con destreza los tres nos desenvolvimos en la cocina, terminando de preparar el desayuno en pocos minutos, para ubicarlo en la mesa donde cada uno se sentó tranquilamente a comer sin crear mayor conversación, a parte de la pareja de rubios.
—Bueno, creo que como nosotros hicimos el desayuno, sería bueno que ustedes dos, se encargaran de lavar los platos, mientras cada cual se alista para salir— dijo George mirando a Pablo y Amber.
—Está bien, nos encargaremos— Respondió Amber con una sonrisa alegre, mientras se levantaba de su puesto y le hacía señas a Pablo de que llevara todos los platos a la cocina.
A lo que ellos organizaban el poco desorden que hicimos en la cocina y lavaban los platos. Sara, George y yo, nos encaminamos escaleras arriba hacia nuestras habitaciones. Al llegar arriba, se abría un largo pasillo de lado a lado, que daba a las cuatro alcobas y un baño de invitados.
