Una psiquiatra llevada por sus pasiones se adentra a un oscuro mundo lleno de secretos manchados de sangre y deseo, de dónde tratará de escapar a como dé lugar llevándose consigo varias sorpresas. Entre ellas, un hombre con una alma enardecida, que...
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Mi coche derrapó con violencia en el asfalto y bajé velozmente sin detenerme a analizar si quedó bien ubicado o no. Mis pasos son largos mientras me dirijo hacia el hospital con genuina preocupación. Williams acaba de llamarme para darme la peor noticia: su esposa ha entrado en coma después de desmayarse en su casa y él llamó angustiado a la ambulancia. Clarisa está con él, pero dudo mucho que sea un buen lugar para ella, ya que es muy pequeña para presenciar lo que está sucediendo con su madre.
No tardé en llegar hasta la habitación que me indicó Williams, encontrándolos a los dos en una incómoda silla afuera de la habitación. Él está inclinado, observando el suelo como si fuera lo más interesante del mundo, mientras tanto, la pequeña abraza con fuerza su oso de peluche contra su pecho.
— Williams — lo llamé haciendo que este se incorpore — ¿Cómo está Grace? — pregunté frente a él.
Él no me respondió, pero hizo un gesto con la cabeza indicándome que lo siguiera. Caminamos unos pasos hasta estar un poco alejados de Clarisa, con el fin de evitar que escuchara lo que tenía por decirme, sin dejar de mantenerla en nuestro campo de visión.
— Mal — musitó con la voz más grave de lo normal — Los resultados no salieron como esperábamos, su cuerpo no está produciendo los niveles adecuados de glóbulos rojos y blancos —
— ¿Y eso que mierda significa? — cuestioné sin entender muy bien — ¿Tiene anemia? —
Williams me miró directamente con una mezcla de emociones.
— Es mucho peor, creen que tiene leucemia. Ella se debilita cada vez más, no creen que pueda...sobrevivir — apartó la mirada evitando que viera la lágrima traicionera que rodó por su mejilla. — Yo estaba en la sala jugando con Clarisa, cuando escuché un golpe seco en la cocina. Grace se golpeó la cabeza al caer, lo que ahora nos enfrenta también a un posible traumatismo cerebral. — terminó de explicar.
Pase mi mano por mi cabello con desesperación.
¡Joder!
Esto no puede estar sucediendo, todo se estaba desmoronando, y podía verlo reflejado en Williams. Un hombre que rara vez muestra sus emociones, una maldita roca que ahora parece un cristal hecho añicos al ver al amor de su vida suspendido en un limbo en este mundo terrenal.
— ¿Clarisa lo sabe? — indagué luego de un silencio sepulcral.
— Es solo una niña, no podría explicárselo, pero es inteligente, no puedo ocultarle que su madre se encuentra mal. Tu mismo te diste cuenta cuando fuiste a cenar — murmuró con frustración desviando sus ojos hacia su hija, quien nos estudiaba atenta. Aunque, ni siquiera me prestó atención cuando llegué.
— Si y ella vió lo que sucedió con Grace — dije pensativo — Pero no debería estar aquí, apenas tiene cinco años —
— Lo sé, por eso quería preguntarte si podrías quedarte con ella. Los médicos aún no me dejan ver a mi esposa y no creo que sea pronto. Probablemente pase toda la noche aquí. — Suspiró abatido — Sabes que no tengo familiares en este país y dudo mucho que algún día aparezcan por aquí. Quizás en algunos días venga su madre, hablé con ella antes de que llegarás. Vive en Inglaterra, pero está dispuesta a viajar por su hija. —
