Capítulo 11

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| CAJA DE PANDORA |

Quizás pocos comprendan mis sentimientos, hasta yo misma los detesto, pero son los únicos que nos hacen sentir vivos y humanos, aquellos que no pueden expresarse con palabras sino con vivencias

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Quizás pocos comprendan mis sentimientos, hasta yo misma los detesto, pero son los únicos que nos hacen sentir vivos y humanos, aquellos que no pueden expresarse con palabras sino con vivencias.

Diría que el amor, que el deseo, la pasión y el anhelo son un tipo de logaritmos reflejados gracias a nuestros circuitos cerebrales. Si lo pensara de esa manera tan esquemática nunca disfrutaría de respirar, porque son tan irracionales e irreales que te hacen experimentar mil cosas distintas a la vez.

Azriel y yo, poseemos una singular conexión, esa que muchos llaman "amor a primera vista" o una simple atracción, que tal vez esté prevista a algo más.

Nunca tuve miedo de sentir, de amar, al contrario, le tengo más temor a no hacerlo, a ser fría y vacía, a caer en un abismo, en un muro de gruesas rocas que me dividan de los demás. Lo he vivido y aquello no puede ser mejor a ser miserable, es incluso peor porque duele el no poder amar a quien lo intenta, o sentir frío en unos calurosos brazos que te abrazan esperando la recompensa de un corazón que no tiene nada por ofrecer, que está hueco por dentro. Entonces, cuando Azriel me hizo volver a sentir esa emoción infantil, esa rareza de su oscuridad, estuve infinitamente agradecida con él, por recordar a la pequeña niña inocente del pasado, que soñaba con poder vivir amando lo desconocido, lo perfectamente incierto.

Sé muy bien que el presente, la esencia misma de la vida es el misterio, la maldad, la bondad y la felicidad. Donde quiera que vaya siempre estarán vigentes sin importar su orden o desarrollo. No obstante, ¿Quién conoce todos los enigmas? ¿Acaso existe alguien que pueda ver su futuro o a lo que se arriesga? Nadie lo hace, y mi cuerpo traicionero se niega a que yo lo intente, porque con tan solo observar su mirada, sentir su esencia y el roce efímero de su carne, no importa nada más a la vista, todo se cierra, una venda cae sobre mis ojos amarrada fuertemente sin darme tiempo a estudiar el entorno al que me enfrento y al pozo que estoy cayendo por él.

Es tarde y sinceramente no me importa, ya era hora de vivir así esté pisando un suelo manchado de sangre...

Trato de concentrarme en el ahora, en la amena conversación que están teniendo mis compañeros, mientras cada uno intenta relajarse un poco del estresante día.

-... Entonces llegó un chico muy apuesto en compañía de un pequeño niño pelirrojo. Hubieran visto sus ojitos azules, parecía un ángel - terminó de relatarnos Sara con una emoción extraña, mientras yo trataba de conectar lo poco que había entendido.

Al parecer, le gustó tanto una repostería local, que va casi todos los días o cuando puede, para deleitarse con las delicias gustativas que allí venden, por lo que, ayer en la tarde, después del trabajo fue y vio a su "ángel".

-¿El niño o el chico Moreno de ojos verdes despampanantes, que casi te lo pides para llevar en lugar de tus amados postres? - preguntó con sorna la rubia a mi lado.

Enigma De SangreWhere stories live. Discover now