𝙋𝘼𝙎𝘼𝘿𝙊

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𝘔𝘢𝘵𝘪𝘢𝘴 𝘗𝘦𝘳𝘴𝘱𝘦𝘤𝘵𝘪𝘷𝘦.


Grabar dentro de aquel avión era re difícil a veces, el espacio era poco y más con gente amontonada en todos los lugares con cámaras gigantes y micrófonos. En otras palabras, un dolor de huevos.

Me sentaba al lado de Santi en el avión, yo de el lado de el pasillo y el en la ventana.

Apoyo mis rodillas en el asiento para mirar los asientos de atrás y a la mayoría de los chicos sentados igual que yo hablando sobre el mundial de Argentina. Los productores salían y entraban de el avión y teníamos mucho tiempo libre para pelotudear y ver los partidos.

—Entretiempo— avisa Pipe y la ronda que se había formado al rededor de el se deshizo y cada uno se sentó en su lugar. El guarda su celular en su bolsillo y se sienta devuelta en su asiento de avión.

Al lado de el, veo a una cabellera rubia y con una sonrisa de oreja a oreja por algo que le había susurrado Juani hace unos segundos. Estaba parada al lado de el asiento de Pipe con los brazos cruzados y riendo.

¿De que se reía esta?

Me perdí mirándola cuando caigo que ella había volteado hacia mí y yo estaba ahí como un boludo admirando su sonrisa.

Miro para otro lado intentando disimular que la estaba mirando como un payaso, pero no evito el mirarla devuelta cuando ella seguía riendo con los dos chicos a sus costados y ya no me estaba presentado atención.

Miro como se acomoda en su lugar cuando Bayona entra en el fuselaje y le pide que se retire y ella tan amable asiente con la cabeza y se marcha con su cámara de fotos colgando de su cuello.



Me pongo mí campera negra y cierro la puerta de el departamento detrás mío con llave. Bajo a la recepción donde los chicos me esperaban vestidos literalmente igual que yo, jean y campera negra. Íbamos a recorrer un poco la ciudad y comer en un lugar rico que encontremos.

Cualquiera que no nos conociera pensaría que somos chorros con armas, posta. Menos yo obvio, si soy facherazo como para pensar que soy delincuente.

Aquella noche en espacial era bastante fría, como había sido todo el día. Las calles estaban mojadas por la lluvia de la tarde y hacía que varios de los chicos saltaran en los charcos de agua aproposito para mojar al otro.

Después de unas cuadras de risas y charlas, llegamos a un lugar todo iluminado por fuera y por dentro y nos intrigó bastante, así que Enzo nos abrió la puerta y todos entramos sintiendo el agradable calor de aquel lugar.

𝙇𝙡𝙖𝙢á𝙢𝙚 || 𝙈𝙖𝙩í𝙖𝙨 𝙍𝙚𝙘𝙖𝙡𝙩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora