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En menos de dos semanas todo el equipo de grabación y el cast se encontrarían viajando hacia Montevideo para grabar el inicio de la película allí.
Olivia no podía estar más que emocionada por eso, y también por qué hoy era su cumpleaños, se había levantado y había recibido varias felicitaciones de parte de los productores y maquilladores. Pero nada de sus amigos.
Sabía que ellos no se olvidarían de el cumpleaños de una amiga, así que simplemente supuso que estarían esperando al final de el día para sorprenderla con alguna sorpresa o algo.
Entonces el día transcurrió como un día normal de trabajo. Olivia no le recordó a ninguno que hoy era su cumpleaños para no arruinar ningún fiesta sorpresa o armar un ambiente tenso al recordarlo.
Pero empezó a dudar de que sus sospechas fueran ciertas cuando notó que ninguno de los chicos tramaba nada secreto ni lucían sospechosos.
Así que decidió romper el hielo cuando se encontraban reunidos tomando cada uno un vaso de café y charlaban sin ganas sobre el viaje a Montevideo y dejar la montaña.
—Hoy cumplo veintiuno— los chicos se callaron de inmediato y miraron a la rubia, fruncieron el cejo y se miraron entre todos. Unos balbuceos salieron de algunas bocas pero ninguno pudo formular ninguna frase decente para explicarse que se habían olvidado—. ¿Posta se olvidaron?
Enzo se pasó la mano por su nuca nervioso.
Blas reviso su celular, Olivia supuso que para ver la fecha.
—Perdón Oli— empezó a hablar Matías en defensa de todos—. Es que estamos hasta las bolas de trabajo y no tenemos noción de los días.
—Feliz cumple— dijo Bianca apenada, ella también se había olvidado por completo.
Oli sintió que algo se quebró dentro suyo mientras recorría con la mirada a todos los chicos y estos se encontraban cabizbaja.
—No pasa nada— mintió y se alejó de ellos, sintiendo las miradas como cuchillos en su espalda.
Sintió como volvía atrás en el tiempo y se quedaba mirando la hora en su celular esperando las doce en punto, y cuando era, simplemente se deseaba feliz cumpleaños a si misma y recibía los mensajes de sus amigos y amigas deseándole lo mismo.
Bajaba a la cocina en busca de una vela para encender y algo dulce. Siempre terminaba agarrando un chocolate, poniendo el encendedor frente a el y cantando el feliz cumpleaños desanimadamente. Soplaba la mecha y volvía a su habitación a contener las lágrimas y comer su chocolate en silencio.
