𝙋𝙍Ó𝙇𝙊𝙂𝙊

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Cuando Olivia tomó por primera vez en sus diminutas manos una cámara de fotos profesional, no supo cómo se utilizaba realmente, ya que apenas tenía conciencia de un botón peculiar de un color rojo brillante, al presionarlo, el flash salió disparado hacia su rostro, la foto quedó completamente graciosa al tener la cara de Olivia de cuatro años iluminada y con los ojos chinitos por el flash.

Aquella fotografía cuelga en la heladera de la cocina sostenida por un imán de cámara, cada quien que pasaba por allí la admiraba unos segundo y una sonrisa aparecía en su rostro junto a una carcajada.

No sabía que años después terminaría estudiando la carrera de fotografía y teniendo un millón de oportunidades para fotografiar famosos argentinos, películas, alfombras rojas, entre otras cosas. No sabía que aquella carrera la llevaría a conocer a personas extraordinarias, amigos y amigas. Se haría famosa en muy poco tiempo subiendo su contenido a redes y colaborando con muchos productores de películas y series.

Lo valoraba al cien por cien y hacia que ella se pudiera sentir viva y expresarse de tal manera en aquella simple cámara de fotos que tanto amaba utilizar en su día a día.

Olivia no olvidaría nunca la fuente de dónde surgió su fanatismo por la fotografía, su papá, al igual que ella, se había recibido de fotógrafo profesional y había trabajado en un millón de lugares conociendo también personas nuevas, entre ellas, su esposa. Olivia quiso seguir sus pasos y prometió con toda su alma llegar a ser como el. Y aunque el padre de Olivia falleció cuando ella apenas cumplía trece años, nunca se rindió y siguió en conseguir aquel sueño que tanto anhelaba.

Ella sabía que en algún lugar del cielo se encontraría su padre observándola orgulloso de hasta donde llegó su hija con veintidós años de edad, como puso su sueño por encima de todo y todos, hasta llegar al lugar en el que está ahora.










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𝙇𝙡𝙖𝙢á𝙢𝙚 || 𝙈𝙖𝙩í𝙖𝙨 𝙍𝙚𝙘𝙖𝙡𝙩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora