Chocolate con Pasas

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— Perdón — dijo, besando su hombro — Perdona, cariño. Era solo una broma. Sigue contándome.

— Ya ni me acuerdo de por dónde iba — descansó la bolsa sobre la mano de Chiara y esta suspiró aliviada — Ah, ya. Cuando dijiste que te acostaste con Denna... No sé. Me empezó otra vez la paranoia de que solo querías echarme un polvo. Así que me quise demostrar a mí misma que eso era lo que querías.

— Te eché más de un polvo — Chiara dijo en voz baja, mirando los labios de Violeta.

Violeta la ignoró por completo, pero sus mejillas sonrojadas le hicieron saber a Chiara que sus palabras habían tenido el efecto deseado.

— Cuando me he levantado esta mañana y estabas ahí, y parecía que lo último que querías era alejarte de mí, y me dio miedo porque yo tampoco quería que te alejaras.

— Vivi — Chiara puso su mano en la barbilla de la mayor e hizo que elevara la cabeza — Si alguna vez te vuelves a rayas por algo así, dímelo — dijo. El tono de su voz se asemejaba a una súplica — No quiero que estés mal, o incómoda, o insegura. Solo quiero que seas feliz.

— Lo soy — Violeta dijo — O al menos lo voy a ser muy pronto, junto a ti.

Chiara escondió su cabeza en el cuello de Violeta — Tus padres aún no han vuelto a casa — Chiara dijo.

— Les voy a echar la bronca cuando vuelvan. ¿A quién se le ocurre desaparecer así?

Chiara se rio, su aliento chocando de lleno contra la piel erizada de Violeta — Te avisaron que iban a dormir en casa de Paqui.

— Ah, ¿sí?

— Sí — Chiara abrazó su cintura — Sabes lo que eso significa, ¿no?

— No sé, no sé — Violeta acarició la espalda de Chiara debajo de su camiseta — Dame alguna pista.

— Tenemos la casa para nosotras solas.

— Mmm... — Violeta cerró los ojos cuando Chiara comenzó a besar su cuello — No. Aquí no.

— ¿Pasa algo? — Chiara se alejó al instante. Violeta intentó no sonreír al ver como la chica puso distancia entre ellas. No quiero que estés incómoda, le había dicho, y la pelirroja pudo ver que de verdad sentía esas palabras.

— Contigo no — acortó la distancia entre ambas y la besó — Pero me niego a mancillar esta cocina. Mi abuela dio a luz a mi padre sobre este suelo.

— ¿Lo lavarían luego, no?

— No. Mira, por ahí está la placenta aún.

Chiara se giró, sus ojos bien abiertos para buscar en la zona donde había señalado Violeta, y la pelirroja se rio con fuerza.

— Pensaba que era de verdad.

— Eres muy inocente — Violeta dijo, sonriendo — Cuando quieres, claro.

— ¿Sí? ¿Y cuando no quiero, qué soy?

— La persona más atractiva del mundo.

— Vaya — Chiara besó su nariz — Y yo que pensaba que la persona más atractiva eras tú.

— ¿Del mundo?

— Del universo.

— Joder — Violeta mordió el labio inferior de Chiara y se alejó, agarrándola de la mano — A la cama.

— Mira quién es la facilona ahora.

— Cállate.

— ¿No sería mejor que me callaras tú?

Violeta cerró la puerta con fuerza, y en la calma de la mañana, solo se podían escuchar risas, y el leve sonido de ropa golpeando el suelo.

━━━ • 𖥸 • ━━━

— Quiero helado.

Chiara, que estaba descansando sobre el pecho de Violeta, levantó la cabeza — ¿Qué?

— Que me apetece helado.

— ¿Ahora?

— Sí — Violeta dijo, acariciando la espalda desnuda de Chiara — Tengo un antojo.

— Mierda — Chiara dijo — Tendríamos que haber usado protección.

Violeta se rio — Imbécil — empezó a acariciar la cabellera de Chiara — ¿Puedes ir a mirar si queda? Me gusta-

— El de chocolate con pasas. Lo sé — Chiara dijo, levantándose de la cama. Buscó una camiseta del suelo y se puso los pantalones del pijama — Voy a ver.

— Te adoro.

— Mira qué tranquilita estás cuando follas.

Violeta observó cómo se alejaba, sus ojos perdidos en la zona baja de su cuerpo, y se tumbó contra la almohada. Olía a Chiara. Estaba segura de que incluso su cuerpo olía a ella, después de lo acontecido en las últimas horas.

— No queda — Chiara dijo tras entrar por la puerta — Solo hay guisantes.

— Dios, menuda casa de mierda — Violeta se quejó, bostezando. Se giró, apoyando su barbilla en la almohada, y esperó a que la chica se tumbara de nuevo. Sin embargo, solo escuchó el sonido de la cremallera de la maleta abrirse — ¿Qué haces?

— Ir a por helado.

— ¿Qué? — Violeta giró su cabeza — Si son las once de la mañana.

— Ya. Tengo móvil — Chiara se puso una chaqueta y buscó sus gafas de ver.

— ¿Vas a ir solo a por el helado?

— Claro — Chiara dijo, como si fuera la cosa más obvia del mundo — Te apetece helado, no hay helado; voy a por helado.

— Eres perfecta — Violeta le dijo. Chiara se acercó y besó su espalda desnuda antes de cubrirla con la colcha.

— Tardaré veinte minutos.

— Ya tengo el cronómetro puesto.

Chiara cogió las llaves de casa y se marchó, cerrando la puerta principal con llave. Caminó con paso decidido por las calles de Motril, fingiendo ser una más de los habitantes de ahí. Se guió con su móvil, y al poco tiempo encontró una tienda de comida. Entró y buscó la sección de congelados.

Una pareja que estaba en uno de los estrechos pasillos le cortaba el paso. Estaban riéndose mientras ojeaban productos, con esa complicidad que solo nace de la juventud cuando está enamorada.

— Perdón — Chiara dijo. La chica la miró y se pegó a la estantería, sonriéndole levemente a modo de disculpas — Gracias.

Mientras seleccionaba el helado de la marca que sabía que más le gustaba a Violeta, escuchó risas y besos. Por inercia, se giró a ver, y la tarrina de helado casi se le resbaló de las manos cuando vio bien la cara del chico.

Chiara conocía al hombre, aunque nunca lo había visto en persona; lo había visto en innumerables fotos, todas donde salía sonriendo. Estaba afeitado, aunque en las fotos solía salir con barba, pero su cara era igual de reconocible de las dos formas.

El hombre era Roberto, el futuro marido de Tana, y estaba besándose con otra mujer.

Mentiras de Jarabe | KiViWhere stories live. Discover now