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—He encontrado una primera edición de Tess en venta, en Nueva York, por catorce mil dólares, pero los tuyos están en mucho mejor estado. Deben de haber costado más. -me dice Samy consultando a su buen amigo Google.

—La cita... Tess se lo dice a su madre después de lo que hace Alec d'Urberville.

—Lo sé. -me contesta Samy, pensativa. ¿Qué intenta decir?

—Ni lo sé ni me importa. No puedo aceptarlos. Se los devolveré con otra cita tan desconcertante como esta de alguna parte confusa del libro.

—¿El pasaje en el que Angel Clare la manda a la mierda? -me pregunta Samy muy seria.

—Sí, ese -le contesto riéndome.

Quiero a Samy. Es Leal y me apoya. Envuelvo los libros y los dejo en la mesa del comedor. Samy me ofrece una copa de champán.

—Por el final de los exámenes y nuestra nueva vida en Seattle. -dice con una sonrisa.

—Por el final de los exámenes, nuestra nueva vida en Seattle y por que todo nos vaya bien.

-chocamos las copas y bebemos.

...



El bar es ruidoso y está lleno de gente, de futuros licenciados que han salido a pescar una buena borrachera. Cellbit a venido con nosotros. No se graduará hasta el año que viene, pero tenía ganas de salir. Nos trae una jarra de margaritas para ponernos en la onda de nuestra recién estrenada libertad. Mientras me bebo la quinta copa, pienso no es buena idea beber tantas margaritas después del champán

—¿Y ahora qué, Roier.? -me grita cellbit.

—Samy y yo nos vamos a vivir a Seattle. Los padres de Samy le han comprado un departamento.

—Dios mío como viven algunos... pero volverán para mi exposición, ¿no?

—Por supuesto, Cellbit. No me la perdería por nada del mundo. -le contesto sonriendo.

Me pasa el brazo por la cintura y me acerca a él.

—Es muy importante para mí que vengas, Roier. -me susurra al oído. —¿Otra margarita?

—Cellbit Lange... ¿estás intentando emborracharme? Porque creo que lo estás consiguiendo. -le digo riéndome. —Creo que mejor me tomo una cerveza voy a buscar una jarra para todos.

—¡Más bebida, Roier! -grita Samy.

Samy es fuerte como un toro. Ha pasado el brazo por los hombros de Osvaldo, un compañero de la clase de inglés, y su fotógrafo habitual en la revista de la facultad, que ha dejado de hacer fotos de los borrachos que lo rodean. Solo tiene ojos para Samy, que se ha puesto un top minúsculo, jeans ajustados y tacones altos. Lleva el pelo recogido, con unos mechones rizados que le caen con gracia alrededor de la cara. Está despampanante, como siempre. Yo soy de converse y camisetas, pero me he puesto los jeans que más me favorecen. Me aparto de Cellbit y me levanto de nuestra mesa.

Uf, me da vueltas la cabeza.
Tengo que agarrarme al respaldo de la silla. Los cócteles con tequila no son una buena idea.

Los Juegos Oscuros De Un MillonarioWhere stories live. Discover now