5

684 41 73
                                    

-------- ≪ °✾° ≫ --------



—Joven Luckity, qué agradable sorpresa. -me dice. Su mirada es firme e intensa.

–Maldita sea. ¿Que carajos está haciendo aquí, todo despeinado y vestido con ese jersey grueso de lana color azul. Jeans negros y botas?

Creo que me he quedado boquiabierto, y no encuentro ni el cerebro ni la voz.

—Señor de Luque. -murmuro, porque no puedo hacer otra cosa. Sus labios esbozan una sonrisa y sus ojos parecen divertidos, como si estuviera disfrutando de alguna broma de la que no me entero.

—Pasaba por aquí. -me dice a modo de explicación. —Necesito algunas cosas. Es un placer volver a verlo. Joven Luckity.

Su voz es cálida y ronca como un bombón de chocolate y caramelo... o algo así.

Muevo la cabeza intentando bajar de las nubes. El corazón me aporrea el pecho a un ritmo frenético, y por alguna razón me arden las mejillas ante su mirada escrutadora. Verlo delante de mí me ha dejado totalmente desconcertado. Mis recuerdos de él no le han hecho justicia. No es solo guapo, no. Es la belleza masculina personificada, arrebatador, y está aquí, en la ferretería Clayton's. ¡Quien lo iba a decir! Recupero por fin mis funciones cognitivas y vuelvo a conectar con el resto de mi cuerpo.

—Roier. Me llamo Roier. -murmuro —¿en qué puedo ayudarle señor de Luque?

Sonríe, y de nuevo es como si tuviera el conocimiento de algún gran secreto. Es muy desconcertante. Respiro hondo y pongo mi cara de llevar cuatro años trabajando en la tienda y ser un profesional. Yo puedo.

—Necesito un par de cosas. Para empezar, bridas para cables. -murmura con expresión fría y divertida a la vez.

¿Bridas para cables?

—Tenemos varias medidas. ¿Quiere que se las muestre? -Susurro con voz titubeante.

–Calmate Roier.

Un ligero fruncimiento estropea las cejas de Luque, que son bastante bonitas.

—Sí, por favor. Lo acompaño joven Luckity. -me dice. Salgo de detrás del mostrador fingiendo despreocupación, pero lo cierto es que me concentro al máximo en no desplomarme. De repente mis piernas parecen de plastilina. Me alegro mucho de haber decidido ponerme mis mejores jeans esta mañana.

—Están con los artículos de electricidad, en el pasillo número ocho. -le digo en un tono de voz demasiado elevado.

Los miro y me arrepiento casi de inmediato. ¡Que guapo es!

—Lo sigo. -murmura haciendo un gesto con su mano de largos dedos y uñas perfectamente arregladas.

Con el corazón casi estrangulándome, porque se me ha subido a la garganta e intenta salirme por la boca. Me meto en un pasillo en dirección a la sección de electricidad. ¿Por qué está en Portland? ¿por qué ha venido a Clayton's? Y de una diminuta parte de mi cerebro que apenas utilizo (seguramente por debajo del bulbo raquídeo, cerca de donde habita mi Omega interior) surge una idea: ha venido a verte, ¡Imposible! La descarto de inmediato. ¿Por qué iba a querer verme este hombre guapo, poderoso y sofisticado? Es una idea absurda, así que me la quito de la cabeza.

Los Juegos Oscuros De Un MillonarioWhere stories live. Discover now