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Me miro en el espejo y frunzo el ceño, frustrado. Que asco de pelo. No hay manera con él. Y maldita sea Samy Rivers, que se ha puesto enferma y me ha metido en este lío. Tendría que estar estudiando para los exámenes finales, que son la semana que viene, pero aquí estoy, intentando hacer algo con mi pelo. No debo meterme en la cama con el pelo mojado. No debo meterme en la cama con el pelo mojado. Recito várias veces este mantra mientras intento una vez más controlarlo con el cepillo. Me desespero, pongo los ojos en blanco, después observo a la chica pálida, de pelo castaño y ojos cafés exageradamente grandes que me mira, y me rindo. Mi única opción es recogerme este pelo rebelde en una media coleta y confiar en estar medio presentable. Rivers es mi compañera de departamento y mejor amiga, y tuvo que resfriarse precisamente hoy. Por eso no puede ir a la entrevista que había concertado para la revista de la facultad con un megaempresario del que yo nunca había oído hablar. Así que va a tocarme a mí. Tengo que estudiar para los exámenes finales, tengo que terminar un trabajo y se suponía que a eso iba a dedicarme esta tarde, pero no. Lo que voy a hacer esta tarde es conducir más de doscientos kilómetros hasta el centro de Seattle para reunirme con el enigmático presidente de De luque Enterprises Holdings, Inc. Como empresário excepcional y principal mecenas de nuestra universidad, su tiempo es extraordinariamente valioso.

—mucho más que el mío

Pero ha concedido una entrevista a Rivers. Un bombazo, según ella. Malditas sean sus actividades extraacadémicas.

Rivers esta acurrucada en el sofá de la sala.

—Roier lo siento. Tardé nueve meses en conseguir esta entrevista. Si pido que me la cambien el día, tendré que esperar otros seis meses, y para entonces los dos estaremos graduados. Soy la responsable de la revista, así que no puedo echarlo todo a perder. Por favor...

-Me suplica Rivers con voz ronca por el resfriado.

¿Como lo hace? Incluso enferma está Guapísima, realmente atractiva, con pelo castaño perfectamente peinado y sus brillantes ojos Cafés, aunque ahora los tiene rojos y llorosos. Paso por alto la inoportuna punzada de lástima que me inspira.

—Claro que iré, Rives. Vuelve a la cama. ¿Quieres una aspirina o un paracetamol?

— Un paracetamol, por favor. Aquí tienes las preguntas y la grabadora. Solo tienes que apretar aquí. Y toma notas. Luego ya lo transcribiré todo.

—No se nada sobre él...
-murmuro intentando en vano reprimir el pánico, que es cada vez mayor.

—Te harás una idea idea con las preguntas. Sal ya. El viaje es largo. No quiero que llegues tarde.

—Bueno, me voy. Vuelve a la cama. Te preparé una sopa para que te la calientes después. -la miro con cariño. Solo haría algo así por ti, Rivers.

— Si, lo haré. Suerte. Y gracias, Roier me has salvado la vida para variar.

Tomo mi mochila, le lanzo una sonrisa y me dirijo al coche. No puedo creer que me haya dejado convencer, pero Rivers es capaz de convencer a cualquiera de lo que sea. Será una excelente periodista. Sabe expresarse y discutir, es fuerte, convincente y guapa,  y es mi mejor amiga.

Los Juegos Oscuros De Un MillonarioWhere stories live. Discover now