3

727 51 14
                                    

-------- ≪ °❀° ≫ --------

El corazón me late muy deprisa. El ascensor llega a la planta baja y salgo en cuanto se abren las puertas. Doy un traspié pero por suerte no doy de bruces contra el inmaculado suelo de piedra. Corro hacia las grandes puertas de vidrio y por fin salgo al tonificante, limpio y húmedo aire de Seattle. Levanto la cara agradezco la lluvia. Que me refresca. Cierro los ojos y respiro hondo, dejo que el aire me purifique e intento recuperar la poca serenidad que me queda.

Ningún hombre me había impactado como Spreen de Luque, y no entiendo por qué. ¿Porque es guapo? ¿Educado? ¿Rico? ¿Poderoso? No entiendo mi reacción irracional. Suspiro profundamente aliviado. ¿De que diablos va esta historia? Me apoyo en una columna de acero del edifício y hago un gran esfuerzo por tranquilizarme y ordenar mis pensamientos. Muevo ligeramente la cabeza. ¿Que ha pasado? Mi corazón recupera su ritmo habitual y puedo volver a respirar normalmente. Me dirijo al coche.

Dejo atrás la ciudad repasando mentalmente la entrevista y empiezo a sentirme idiota y avergonzado. Seguro que estoy reaccionando desproporcionadamente a algo que sólo existe en mi cabeza. De acuerdo es muy atractivo, seguro de sí mismo, dominante y se siente cómodo consigo mismo, pero por otra parte es arrogante y, por impecables que sean sus modales, autoritário y frío. Bueno, a primera vista. Un escalofrío me recorre la espina dorsal. Puede ser arrogante, pero tiene derecho a serlo, porque ha conseguido grandes cosas y es todavía muy joven. No soporta a los imbéciles, pero, ¿por qué iba a hacerlo? Vuelvo a enfadarme al pensar que Samy no me proporcionó una breve biografía. Mientras recorro la interestatal 5, mi mente sigue divagando. Me deja de verdad perplejo que haya gente tan empeñada en triunfar. Algunas respuestas suyas han sido muy crípticas, como si tuviera una agenda oculta. Y las preguntas de Samy... ¡UF! la adopción y si era gay... Se me ponen los pelos de punta. No puedo creer que le haya preguntado algo así. ¡Tierra, trágame! De ahora en adelante, cada vez que me recuerde esta pregunta me moriré de vergüenza. ¡Maldita sea, Samy Rivers!

Echo un vistazo al velocímetro. Conduzco con más precaución de la habitual, y sé que es porque tengo en mente esos penetrantes ojos violetas que me miran y una vez voz sería que me dice que conduzca con cuidado. Muevo la cabeza y me doy cuenta de que de Luque parece tener el doble de edad de la que tiene. Olvídalo, Roier, me regaño a mí mismo. Llego a la conclusión de que, en el fondo, ha sido una experiencia muy interesante, pero que no debería darle más vueltas. Déjalo correr. No tengo que volver a verlo. La idea me reconforta. Enciendo la radio, subo el volumen, me reclino hacia atrás y escucho el ritmo del rock indie mientras piso el acelerador. Al surcar la interestatal 5 me doy cuenta que puedo conducir todo lo deprisa que quiera.

Vivimos en una pequeña comunidad de casas pareadas cerca del campus de la Universidad estatal de Washington, en Vancouver. Tengo suerte los padres de Samy le compraron la casa, así que pago una miséria de alquiler. Llevamos cuatro años viviendo aquí. Estaciono el coche sabiendo que Samy va a querer que se lo cuente todo con pelos y señales, y es obstinada. Bueno, al menos tiene la grabadora. Espero no tener que añadir mucho más a lo dicho en la entrevista.

—¡Roier! Ya estás aquí.

Samy está sentada en el salón, rodeada de libros. Es evidente que ha estado estudiando para los exámenes finales, aunque todavía lleva puesto el pijama rosa de franela de conejitos, el que reserva para cuando ha roto con un novio, para todo tipo de enfermedades y para cuando está deprimida en general. Se levanta de un salto y corre a abrazarme.

—Empezaba a preocuparme. Pensaba que volverías antes.

—Pues yo creó que es pronto, teniendo en cuenta que la entrevista se ha alargado... ‐le doy la grabadora.

Los Juegos Oscuros De Un MillonarioWhere stories live. Discover now