Capítulo 27

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Tebec inclinó la cabeza cuando dos machos Oprizas avanzaron con las armas levantadas, se quitó las armas y las dejó al cuidado de Nycante y Asisen. Empezó a avanzar con los Oprizas a cada lado. El chico le lanzó una mirada a Rasnel y este apretó los labios mientras asentía. Lo siguieron con las armas abajo e inclinando la cabeza cada vez que él lo hacía.

Más Oprizas se fueron reuniendo tras ellos, siguiendo a los desconocidos cada vez más dentro de la tribu, incluso había niños y jóvenes que se susurraban comentarios en una lengua que el chico no entendía. Cuando llegaron al centro pudo notar como las tiendas se separaban creando un gran espacio con una fogata enorme en el centro y más allá una tienda mucho más grande de la cual salió una mujer hermosa.

Tenía el cabello oscuro, la piel tostada, rasgos marcados pero elegantes y ojos de un marrón brillante, como metal fundido. Si los de Nycante eran de plata, los de ella eran de bronce. Los ojos de Nycante eran de guerrera, de una mujer que sabías podía destrozarte en cualquier terreno, los de esta mujer eran de una reina, una que podía dialogar, ser justa pero no significaba que dudaría en tomar acción. Una parte de esta mujer le recordó a Damak pero hubo otra en la que eran muy diferentes y no sabía realmente si esto era un motivo para confiar o no.

La reina Opriza se acercó viéndolos a todos mientras decía: —Mi nombre es Oniri, soy Matrika de la tribu Alcione, y Gran Matrika de las Tzab-ek, somos descendientes de las Pléyades. Aunque ustedes nos conocen como "Oprizas" ¿Qué quieren en nuestro bosque?

—Es un honor —dijo Rasnel—. Solo queremos llegar a Ismer.

—Llevan armas a Ismer —indicó la reina—. ¿A quién apoyan en esta guerra?

—¿Cómo sabe que hay una guerra? — inquirió T.

—Es necesario saber qué sucede más allá del hogar para poder mantenerlo seguro —los miró a cada uno de ellos y agregó: — ¿No creen?

—¿Y es relevante para usted saber por quién peleamos? —cuestionó Nycante.

La reina Oniri sonrió y, mientras iba a la fogata, dijo: —La verdad es que no pero quisiera saberlo. Les prometo que no los lastimaremos pero pido sinceridad a cambio.

—Peleamos por Damak. —dijo el chico y sintió la mirada tensa de Rasnel y Nyca por decir la verdad, por confiar.

—Bien. — dijo sin verlos.

— ¿Está a favor de ella? —preguntó Rasnel ahora ante el tono de la reina Opriza

—Solo sé que ella debe llegar al trono en algún punto. —dijo por sobre el hombro y continuó antes de que pudieran preguntar algo más sobre eso—. Los Fae tienen su camino. Nosotros tenemos el nuestro.

— ¿Y cuál es el suyo? —preguntó él.

—Este, el que se mezcla con el de ustedes.

— ¿Cómo? —inquirió Nycante

—Estoy por saberlo.

Roca al haber terminado en el extremo fue el primero en llamar su atención. Se acercó a él y lo miró a los ojos mientras el bronce en los suyos se expandía hasta convertirlos en espejos que reflejaban al rubio.

—Libre. Eres un alma libre —dijo por fin la reina después de un momento sin dejar de verlo—. Inteligente pero atento, algo indeciso. Buen corazón, un poco blanco pero resistente. Tu miedo de fallarles a ellos no tiene base, no le fallaste a tu amigo esa noche. No les fallarás a ellos.

El Guerrero del Norte ©Where stories live. Discover now