Capítulo 13

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Es posible que tenga algún error, luego corrijo .

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Cuando por fin abrió los ojos y observó a su alrededor no sabía dónde estaba. Se hallaba recostado en una cama, observó el techo y la ventana cuando los recuerdos le llegaron de golpe. Intentó sentarse pero el dolor lo detuvo, dolor en todo el cuerpo especialmente en el costado. Maldijo contra las punzadas.

—Sí estás maldiciendo entonces por fin eres tú de nuevo —dijo Asisen en una silla contra la pared. Tebec estaba ahí parado con los brazos cruzados pero su postura se relajó cuando lo vio. Asisen sonrió sin que el gesto llegara a sus ojos—. Eso es un avance, ya me estaba hartando del Daemetrik sonriente y desquiciado.

Tebec resopló negando con la cabeza.

— ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? —su voz se escuchada ronca y tenía la boca demasiado seca.

—Unas cuantas horas, pronto se servirá el almuerzo.

Eso significaba que ya habían tenido los combates, por eso estaban cubiertos de tierra. Alrededor de cuatro o cinco horas inconsciente. El chico respiró una vez y se impulsó logrando sentarse en la cama con un gruñido. Asisen ya se había acercado y negaba diciendo: — No, espera. No te levantes. Debes descansar.

—No lo necesito —dijo apartando las mantas haciendo a un lado el mareo pero Asisen se acercó tomando su hombro e impidiendo su salida de la cama—. Quítate.

Tebec se acercó por el otro lado antes de que él pudiera reunir la fuerza para lanzarse fuera de las cobijas. El de piel gris negó con la cabeza como si estuviera negándole algo a un niño pequeño. Y lo cabreaba que era verdad, frente a Tebec él era solo un niño.

—No —dijo Asisen apretando un poco su hombro—. Tienes un permiso. Los sanadores tienen que revisarte pero como sea tendrás que esperar a que la droga salga de tu cuerpo y sanes como es debido —lo empujó suave pero insistentemente hasta que quedó recostado nuevamente, no tenía fuerza para luchar contra el de ojos turquesas, o contra la gravedad—. Dijeron que por lo menos tienes dos costillas rotas y muchos moretones pero estaban esperando a que despertaras —el ladrón acomodó nuevamente las cobijas sobre él y apoyó una mano en la cama retándolo a que intentara irse de nuevo.

El chico suspiró con cansancio tratando de soltar la tensión en su costado pero al relajar los músculos la pesadez se hizo mayor y el dolor inundó su torso, no pudo evitar hacer una mueca. Los dos junto a él se tensaron y levantó una mano diciendo que estaba bien, ganándose dos miradas de reproche.

Roca llegó unos minutos después con sangre sobre su ceja y exhaló aliviado al verlo despierto. Solo pudieron hablar unos minutos antes de que Barnell entrara en la enfermería que estaba vacía en cuanto a pacientes, todos los que habían llegado se habían ido rápido, excepto por él. Alguien debió de haberle avisado al capitán que estaba despierto.

—Fuera —gruñó Barnell.

A Asisen le tembló un lado del labio superior, la única señal de que estaba enojado, pero obedeció. Los tres salieron. Barnell se acercó y lo vio desde arriba, evaluó su cara. No sabía cómo se veía pero sabía que no era una buena señal la ira creciente en los ojos del capitán quien apartó las mantas y lo ayudó a ponerse de pie. No pudo evitar quejarse por el dolor y Barnell no dijo nada. Llamó a una joven y mandó avisar al sanador; cuando la joven llegó de nuevo, de cabello negro, piel clara y ojos de esmeralda, Barnell le pidió que le ayudara a quitarle la ropa y cuando el chico se tensó tratando de apartarse, negándose rotundamente, el capitán, con el tono de voz más bajo y menos amenazador que lo había escuchado usar, solo había dicho:

El Guerrero del Norte ©Där berättelser lever. Upptäck nu