Capítulo 29

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El chico buscó a Asisen pero no lo encontró, preguntó pero los que le respondieron dijeron que no lo habían visto luego de la explosión. Lo buscó en las tiendas de los soldados y las fogatas, no había señal de él. Tomó una pieza de pan y siguió buscando, cada vez que pasaba cerca de uno de los miembros de su sección ellos negaban y en momentos llegaba alguien avisando que tampoco habían visto alguien de otra sección. 

Xabier pasó a su lado diciendo: —Faltan tres de la segunda sección: dos hembras y un macho. No veo a nuestro ladrón o tercero.

El espía continuó antes de que él pudiera decir algo. Se reunió con Rasnel, Vera y Jasan en la fogata principal de su sección. 

— ¿Cuántos? —Inquirió Vera con la mirada tensa fija en el fuego.

—Siete hasta ahora, incluyendo a Asisen y Niya. —susurró buscando sus ojos pero ella siguió viendo el fuego y eso lo hizo sentir más angustiado. Sabía que Vera estaba pensando en lo más probable que era lo que él temía.

Él apretó los labios, volteó cuando sintió los olores, Irisa venía con Tebec y T. Todos negaron en respuesta a la pregunta no dicha sobre si habían encontrado a los soldados perdidos.

—¿Qué ha dicho Barnell? —preguntó Irisa.

—Solo dijo que estaba coordinando algo, que lo resolvería y que le mantuviera informando de la situación —respondió Ras.

El chico soltó un gruñido al decir: — Voy a hablar con él.

—Chico, está en una reunión —dijo Jasan con la voz neutra. 

—Entonces seguiré buscando. 

—Malljor. —Lo llamó Vera pero él ya estaba caminando.

Necesitaba encontrarlos.

Anduvo por todo el campamento, incluso llegó a la enfermería y tuvo que quedarse en la entrada, había muchos heridos, así que esperó hasta que logró colarse dentro. No lo encontró, ni a Asisen, ni a Niya, ni a ninguno de los otros soldados desaparecidos. La esperanza de que estuvieran rezagados y fueran los últimos en llegar ya estaba empezando a deshacerse en polvo. Encontró a Nycante esperando fuera de la tienda de Barnell mientras jugueteaba con su daga.

Los ojos de ella estaban oscurecidos por una sombra y la tristeza se marcó en su cara cuando lo vio.

—No los encuentro. —soltó ella con un suspiro.

—Yo tampoco. —respondió él.

—Barnell está dentro, dice que ya se está encargando pero no me dice más...

—Pues debería...

—"Debería..." ¿Qué? —inquirió Barnell saliendo de la tienda con papeles en mano y la espada, como siempre, en su cintura.

—Dejarnos ayudar, debemos encontrarlos.

—Estoy trabajando en eso —dijo el capitán empezando a irse a grandes zancadas. 

Él iba a gruñir pero Nycante le tomó el brazo y la volteó a ver. Ella tenía la mandíbula apretada y veía la espalda de Barnell mientras se dirigía a la tienda de Damak. Sin duda se estaba controlando mucho mejor que él.

—Dime que piensas lo mismo sobre las desapariciones —dijo luego de unos segundos en que Barnell se alejó.

—No están muertos.

El Guerrero del Norte ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن