Capítulo 20

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Mientras él había querido hacerse más pequeño y que Barnell no lo viera no pudo abrir la boca cuando Tebec soltó un gruñido y caminó entre los demás para llegar al frente. El capitán asintió y esperó a que los demás llegaran. T y Asisen se acercaron también. Junto con otros. Ya eran diez parados ahí viéndolos de frente. Entonces Barnell llamó a algunos guardias, entre ellos Tower, para que le ayudaran a atarles las manos y, mientras, estuvo hablando sobre su respeto por los que pasaban primero. 

El chico no podía dejar de ver cómo les ataban las manos y llegó a sentir el ardor ya curado en sus muñecas doler. En sus brazos, en sus piernas, en sus tobillos. Alguien le tomó el hombro.

—Esto no es como esa vez —dijo Roca con la voz firme pero baja. 

—Sí —soltó en un hilo de voz.

—Es solo un ejercicio. —Esa era la voz de Cole. Ni sabía cuándo se había acercado más. 

—Sí. 

—Vas a superar esto como lo has hecho con todo lo anterior. Como con la pista —volvió a hablar Roca. 

—Sí. —Eso era lo único que podía decir. Era una respuesta automática. 

—Vas a darme tú café mañana —dijo Rasnel y aunque tenía los nervios de punta no pudo evitar sonreír un poco. 

Volteó a ver al menor de los hermanos, dejando que su sonrisa se relajara y dijo: — Ya quisieras. 

Rasnel le sonrió de vuelta. 

—Eso es todo. —Dijo Roca y dándole una palmada en la espalda, muy fuerte, Cole soltó una risa de acuerdo con el de ojos verdes.

Así que vieron en silencio como terminaron de atarse las manos y Barnell le dijo a un guardia que se las atara también. Y solo con otro comentario del capitán diciendo que lo hiciera, el guardia lo hizo. Le ató las manos al capitán. 

—Bien ¿Alguno de ustedes tiene alguna idea de cómo desatarse? —interrogó el capitán viendo a los diez soldados atados con sus ojos evaluadores. 

Tebec simplemente miró al chico a los ojos mientras elevaba las manos y mordía las cuerdas. Una. Dos. Tres veces y esta cedió. El capitán asintió y se quedó viendo a los demás. T desató el nudo con los dientes y Asisen lo imitó, siendo un poco más lento. Pero ambos se desataron. Y el resto también lo hizo. 

—Eso estuvo bien —aceptó Barnell—. Lo que me molesta un poco es el tiempo. No todos tenemos los dientes de Horlong —explicó el capitán y Tebec se metió las manos en los bolsillos—. Así que tendrán que mejorar la técnica. Y aprender otros métodos. 

Entonces se escuchó un clac y el capitán deslizó una de sus manos fuera de las ataduras y la levantó un poco para que todos pudieran ver como se acomodaba el pulgar en su lugar. Y les dijo que podían escoger si sacarse el hueso ellos mismo o lo haría él. Unos cuando tronidos se escucharon junto con maldiciones mientras que Asisen fue el primero en admitir que no podía hacerlo y Barnell tomó sus manos haciéndolo antes de lanzarle un golpe cuando el ladrón gritó "¡Hijo de Puta!". Vio a T negar con la cabeza y hacer una mueca cuando Tebec lo hizo. T también le pidió a Barnell que lo hiciera. 

A su lado Cole lo intentó y lo consiguió con una mano pero tras acomodarlo le dijo a su hermano que lo hiciera con la otra. Rasnel no dudó y le sacó el pulgar del lugar a su hermano. Rasnel lo hizo también con una y cuando iba a hacerlo con la otra Cole le devolvió el favor, sin que el de menor tamaño se lo pidiera, lo cual le ganó un golpe mientras siseaba de dolor.

A su derecha Roca intentaba, gruñía enojado y adolorido. Pero no le pidió ayuda, solo siguió intentando. En cambio él miró su mano y tocó sintiendo el hueso del dedo. No se permitió más antes de empujar con fuerza hacia dentro el borde interno y apenas pudo ahogar el gruñido de dolor. El dolor era inmenso e increíble, no quería mover la mano, no quería ni mover la muñeca. Observó el ángulo extraño y volvió a poner el pulgar en su lugar rápidamente y gruñendo. Vio el otro y entendió porque los hermanos no habían podido, tan solo el saber que sentiría ese dolor de nuevo...

El Guerrero del Norte ©Where stories live. Discover now