Capítulo 12

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Me tardé pero aquí está el cap 12. Está fuerte...

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Las emboscadas eran cosas de las que sabía desde pequeño y por ellas había aprendido a estar atento, no había bajado la guardia hasta que fue encerrado. Desde el primer día en la propiedad de Damak se dijo que debía estar atento pero se confió.

Se había estado preparando para el día, ya estaba listo y cuando abrió la puerta recibió un fuerte golpe en la cara y luego otro en el estómago. Escuchó la puerta cerrarse. Se recuperó tan rápido como pudo para responder pero otro arremetió con fuerza contra su costado y luego volvió a hacerlo, jadeó al sentir algo romperse. Un tercero desde el otro lado se acercó por atrás y atrapó sus brazos por el frente, encima de sus codos, y cubrió su boca. Forcejeó pero sin duda el que estaba a su espalda le ganaba en tamaño, fuerza y seguramente en edad.

Pudo ver claramente a Yoret que traía un frasco abierto que puso frente a él, ante el olor sus ojos empezaron a arder, dejó de respirar y se sacudió hasta que logró morder con fuerza la mano que cubría su boca, el tipo a su espalda soltó un quejido y lo apartó con fuerza, tanta que lo hizo chocar con la pared, todo el lado izquierdo de la cara le dolió por el impacto; tuvo que apoyarse en la superficie para mantenerse de pie cuando escupió el pequeño pedazo de carne que había logrado arrancarle a uno de sus atacantes, el rostro le palpitaba de dolor y creyó sentir algo deslizándose por su mejilla ¿Sangre?

Estaba jadeando, tratando de saber qué podía hacer en esa desventajosa situación, eran tres contra uno, segunda sección contra la primera. No era ni siquiera poético. El mareo llegó en ese momento y cuando Cartos, el prisionero que había superado en las carreras, se acercó, trató de huir pero sus piernas fallaron y este lo sostuvo de nuevo fácilmente. Aprisionando sus muñecas en una sola mano contra su pecho .No tenía fuerzas para zafarse. Ahora Cartos lo sostenía y tapaba su boca con un pañuelo mientras Yoret empezó a golpear su abdomen y solo fue un murmullo su queja cuando sintió el dolor recorrerlo una y otra vez en el costado. De verdad le habían roto algo.

Yoret sonrió y le tapó la nariz obligándolo a abrir la boca para respirar, aprovecharon eso y le metieron otro trapo en la boca. Cartos lo sostuvo mientras el segundo le ató las manos tras la espalda tan apretadamente que dolía. Cartos lo empujó dejándolo estrellarse contra el suelo de roca e hizo lo posible por enderezarse pero el segundo, que aún no distinguía bien, le dio una patada en el estómago y maldijo por el dolor contra la mordaza.

Trató de patearlos cuando se acercaron para sostenerlo y le ataron las piernas, por encima de las rodillas, y los tobillos. Se movía lo mejor que podía pero no era suficiente porque lograron arrastrarlo para asegurar sus manos y brazos a una de las patas de la pesada cama. Cartos le ató una tela sobre la boca para asegurar la mordaza. Entonces se escuchó un golpe en la puerta y trató de contestar pero el segundo lo tomó presionando tan fuerte sobre su boca que dolió y ahogó todo quejido que lanzó. Los pasos avanzaron por el pasillo y él solo quería gritar de impotencia. La oportunidad había llegado y se había ido en un segundo.

Siguió luchando contra las ataduras a pesar de que sabía que era en vano, pero no podía evitarlo. Se sentía horrible. Esto no era como el castigo de Barnell en el que sabía que no importaba el dolor saldría vivo, no, esto era peor porque estos tipos lo odiaban. Y no iban a darle dolor para que aprendiera una lección. Le darían dolor porque querían hacerlo. Querían que sufriera.

Yoret se agachó acercando nuevamente el frasco a su nariz y aguantó la respiración notando su vista nublarse por lo que fuera eso. El prisionero frente a él resopló con cansancio antes de lanzarle un golpe al estómago y otro a su costado, por el dolor no pudo aguantar más y respiró.

El Guerrero del Norte ©Where stories live. Discover now