Capítulo 21

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A la mañana siguiente hicieron sus vueltas a la fortaleza, pasaron a la pista de obstáculos y desayunaron, hasta ese momento todo fue normal, adelantaron el almuerzo y no hubo combates. Fue raro después de tener esa rutina durante tanto tiempo no seguir con ella, en cambio, fueron llamados para que se formaran al oír a los guardias sobre la fortaleza gritar una señal.

"¡Están llegando!"

Todos estaban en el campo y Barnell sonrió mínimamente, solo una pequeña curva en su rostro cuando los de su sección fueron los primeros en estar listos, alineados, firmes, rápidos. Soldados. Asintió en aprobación y esperó al frente de ellos a que las otras secciones terminaran. El chico estaba al frente, con Roca y Rasnel que tomaron sus posiciones por el tamaño, así que él quedó en la esquina. Era el más bajo aun. Había crecido, realmente lo había hecho, pero seguía siendo más bajo que Roca por dos centímetros. Dos míseros centímetros.

Apartó eso de su mente cuando escuchó las rejas que se abrían y dejó de apretar el puño que sostenía a su espalda. Entonces se escucharon los cascos de los caballos acercándose. Entraron por la puerta los primeros tres caballos. En el centro estaba Damak con su cabello blanco como la luna, quien lo vio y sonrió un poco desde arriba de su caballo gris, a su derecha Eskira. Y a la izquierda una mujer con capa, espada y uniforme de guardia. Una guardia real.

Luego entraron las carretas y ocho caballos con dos jinetes sobre el lomo. Avanzaron y las carretas siguieron y siguieron llegando con mujeres sentadas dentro. Mujeres que cuando la guardia a la izquierda de Damak gritó "¡Fórmense!" estas bajaron rápidamente de las carretas y se formaron en cuatro grupos. Todas vestidas con pantalones, botas, chaquetas y bufandas. Las jinetes no se bajaron de los lomos, solo se posicionaron frente a los grupos. Debían ser entonces las líderes o tal vez las más fuertes, rápidas, mejores de cada sección.

—Mis soldados, les pido que las traten con el respeto que ellas se merecen —explicó Damak guiando a su caballo gris adelante—. Ellas se unirán a sus filas y serán sus hermanas de armas. Aprenderán de ellas y serán un fuerte unido —y siguió avanzando con el caballo tormentoso hacia el edificio—. Hoy celebraremos su llegada.

—Capitanes, espero hayan preparado a sus unidades y el hospedaje —dijo Eskira y los cuatro hombres asintieron—. Bien, encárguense de organizarlos —volteó a ver a las mujeres—. Pueden unirse a sus respectivas unidades.

Entonces Eskira y la mujer avanzaron al galope para alcanzar a Damak. Los capitanes empezaron a moverse, primero se iría la cuarta sección. Ellos serían la última, así que esperaron viendo los cuerpos moverse y escucharon los pasos alejándose. Esperaron y esperaron y el chico vio al grupo que quedaría cuando se terminara de ir la tercera sección. Tenían la misma postura que ellos y una mirada aburrida o cansada. Tal vez por el viaje pero lo que le llamaba la atención era que estaban armadas. Todas y cada una de ellas tenía un arma en el cinturón.

Cuando terminó de ver al grupo formado se enfocó en los caballos, las jinetes. Las dos que estaban en el primer caballo estaban igual de tranquilas, incluso más, también habían cuchillos pero había algo más. La que estaba al frente con las riendas, la rubia, tenía una espada mientras que la de atrás, la pelirroja, tenía un arco y un carcaj de flechas en la espalda. Miró a las otras dos del segundo caballo y era igual. La del frente con una espada y la de atrás con arco y flechas, sin espada pero unas cuantas dagas... Entonces se fijó en la de atrás que dijo algo en el oído de la delantera que veía al otro grupo alejarse y esta volteo un poco. Volteó viéndolos a ellos, midiéndolos, y lo vio a los ojos.

La mujer... No, chica. Se fijó bien y sí, ambas eran jóvenes, máximo podrían llevarle un año. Ambas con el cabello marrón claro como la tierra seca y piel clara. Debían ser familia porque tenían muchos rasgos parecidos. Excepto por algunas diferencias en cuanto a la boca y que la de atrás tenía los ojos marrones claro, amables, pero los de la de adelante eran de plata. Impenetrables.

El Guerrero del Norte ©Where stories live. Discover now