El Guerrero del Norte ©

Capitulo 23

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Los días pasaron y él logró, con los callos sangrando, llegar a la cima de la muralla. La primera sección superó la pista de obstáculos y se enfocaron más en las enseñanzas de Barnell en cuanto al manejo del arco, las dagas y las espadas. Las hembras fueron el ejemplo a seguir, ellas les mostraron el cómo hacerlo, guiándolos y ellas mismas afinando sus habilidades cuando una no tenía la misma opinión que la otra. Barnell era quien decidía quien tenía la razón y los corregía.

Habían cubierto casi todos los tipos de ataduras y sus formas de escarpar de ellas, con dientes, uñas o huesos fracturados. Las cadenas eran algo diferentes pero cubrieron lo que pudieron y luego entraron de lleno en las armas. Estaba feliz de haber aprendido a soltarse y de que esas lecciones hubieran terminado, aun cuando debían repetir las maniobras y pudo sacarse los pulgares sin dudar. El dolor no desapareció, solo disminuyó o tal vez, simplemente, aprendió a vivir con él.

Pero esto de las armas era interesante. Algunos eran mejores en la arquería, como Asisen y Roca. Mientras que otros se adaptaron mejor al combate cercano con las espadas, como él y T. Mientras que algunos eran relativamente decentes en ambos extremos, como Rasnel y Cole. Sin embargo todos fueron mejorando hasta volverse diestros en las técnicas.

Fuerza, rapidez y precisión.

Con el paso de los días sintió que a sus callos le salían callos pero no fue en vano. Pudo ver con sus propios ojos como su puntería, que era una mierda, mejoró hasta volverse precisa cuando empezó a entender el viento, calcular las distancias y ya no necesitaba ver dos veces su objetivo para poder dar al blanco.

Fuerza, rapidez y precisión.

Barnell tenía razón, luego de los palos las espadas eran solo ramitas. Y esta se convirtió en una extremidad misma al aprender a absorber los golpes y atacar, al volverse consciente de sus pasos, del baile, del juego, de la reacción, de la técnica que Barnell corrigió una y otra y otra vez hasta que se quedó graba en su mente y cuerpo con cada movimiento. El codo un poco más abajo, el pie izquierdo un poco más hacia afuera, los brazos listos y mantener siempre el equilibrio.

Porque un guerrero sin equilibrio no es un guerrero.

Fueron mejorando y mejorando hasta que incluso sus cuchillos daban en el blanco y Asisen derribó a Cole en el combate. Nycante había vitoreado al ladrón pidiendo que ahora lo hiciera con ella y claro que no lo logró.

Lo que el chico tenía con ella fue otro avance, aunque un poco diferente. Para molestia de Roca, hacían el amor casi todas las noches excepto cuando ambos estaban tan cansados que simplemente se desmayaban en la cama antes de poder desvestirse.

Pero a pesar de su cercanía corporal el hablar no era algo fácil, tanto para ella como para él, y el lazo era algo que en momentos se tensaba. Sin embargo ambos esperaron a que el otro hablara, tratando de darle tiempo al otro, y en momentos lo hacían. Cuando pasó, él lo había hecho primero, explicándole como había obtenido algunas de sus cicatrices más resaltantes y sobre sus padres. Ella había hablado sobre Liriam y su madre, antes de ser encerradas hace un año. Ella suponía que su madre ya estaría muerta.

Poco a poco le mostró partes de él y ella le mostró las suyas, aunque ambos estaban reacios a hablar sobre el pasado. Sabían que no se contaban todo y en realidad de lo único que creía estar seguro, de saber por completo, era el como ella y Liriam habían sido encerradas por matar a un pretendiente enloquecido de la de ojos castaños, quien nunca tuvo interés en los hombres más que para hablar. El infeliz se negó a entenderlo y arremetió contra Liriam en la puerta de su casa. Nycante no dudó cuando vio lo que quería hacerle a su hermana, tomó un cuchillo y acabó con él sin darse cuenta. Luego llegaron los guardias avisados por los vecinos y ellos no se detuvieron a escuchar nada antes de apresarla, y luego a Liriam cuando esta se opuso tratando de explicar lo que había pasado.