Sacó la lengua malvadamente y caminó por dentro de el hotel ganándose más miradas por estar hablándole a la cámara de un celular como si fuera una youtuber.

—Vamos a tomar el ascensor por qué no tengo ganas de subir escaleras— siguió hablando ignorando las miradas sobre ella. Para su suerte el ascensor estaba vacío y entró. Dio vuelta el celular y grabó como tocaba el botón para ir al piso tres y como las puertas de el ascensor se cerraban—. Casi nunca lo uso, por qué me da miedito, pero bueno, si me quedo (que esperemos que no) va a estar documentado.

El ascensor empezó a ascender hasta llegar al piso tres, se abrieron las puertas y Olivia salió.

—¡Sobreviví!— dijo con una sonrisa y agitando su puño en el aire con felicidad—. La pieza de este pibe es la cincuenta y nueve, y está al lado de otro pasillo, miren— dio vuelta el celular otra vez y mostró como la pieza a su lado tenía otro pasillo doblando a la izquierda—. Entonces, les voy a tocar la puerta y me voy a esconder, tipo ring raje.

Dejó el celular en el piso lejos de la puerta cincuenta y nueve para que no notaran la cámara. Después de llevarse el dedo índice a la boca para hacer el gesto de silencio, fue hacia la puerta y llamó a la puerta varías veces y se escondió en el pasillo de la izquierda, a esperar a que la puerta se abriera y alguno de los chicos saliera para saber quién era.

Después de unos minutos esperando, Olivia se asomó por el pasillo haciendo un montoncito con la mano y agitándola de arriba a bajo hacia la cámara. Nadie había abierto la puerta. Tocó devuelta, pero menos insistente. Empezaba a dudar que aquella sea la habitación.

Un señor viejo salió por la puerta de la habitación con un piyama, rascándose los ojos y en pantuflas. Miró hacia los dos lados de el pasillo sin encontrar a nadie y entró devuelta a la habitación cerrando de un portazo.

Olivia apareció devuelta y corrió hacia el celular, hizo una mueca de vergüenza.

—Creo que esa no era la habitación...— sacó su celular de su jean y se fijó algo, después puteó por lo bajo y dijo:—La habitación de los chicos es la 52, jeje.

Olivia no se había leído bien la lista de habitaciones y leyó «Esteban Risan, 59» en vez de «Esteban Kukuriczka, 52»

—Me quiero matar— caminó mientras negaba con la cabeza hasta llegar frente a la puerta verdadera ahora sí—. Ya no tengo ganas de joder— dijo tristemente y tocó la puerta dos veces—. ¿Entienden que desperté a un señor de la siesta? Si me lo hacen a mí, saco una escopeta y mato al que me haya echo.

Terminó de hablar y la puerta frente suyo se abrió mostrando la silueta de Kuku, quien la saludo pero después frunció el cejo al darse cuenta de la triste expresión de la rubia.

—¿Qué pasó, Oli?— Esteban dejó pasar a Olivia a la habitación.

—Ya les cuento— pasó con la cabeza mirando el piso, seguía grabando.

Los chicos la saludaron, y también se intrigaron por lo que le haya pasado.

—Les quería hacer una especie de ring raje a ustedes y joderlos un rato. Pero al leer la lista de habitaciones leí un nombre que no era y desperté a un Esteban Risan de su siesta— se sentó en una silla desocupada en el balcón y habló bajo la atenta mirada de todos los chicos.

𝙇𝙡𝙖𝙢á𝙢𝙚 || 𝙈𝙖𝙩í𝙖𝙨 𝙍𝙚𝙘𝙖𝙡𝙩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora