35. España vs Marruecos

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35. España vs Marruecos
Ara

No me quedan uñas de los nervios. El partido acaba de comenzar, y pese a que Luis Enrique dijo ayer en el directo de Twich que no era un partido difícil, yo sé que lo es.

Pedri y Gavi estaban atacados de los nervios. Aurora y los chicos también. Hasta Ansu me ha hecho videollamada mientras calentaban.

Inés y Lucía lo están viendo desde casa y todo. Incluso mis padres. Ese es el nivel.

Nos jugamos mucho.

—Esto se está poniendo tenso—Adrian está a mi lado en la banda. Estamos a cargo de las redes sociales, pero teniendo el partido delante es difícil concentrarse en el trabajo.

La primera mitad es tensa, con oportunidades de gol pero sin ningún acierto por ninguna de las partes.

En el descanso, Luis les explica un par de tácticas más. Lo que yo decía, esto no es ni la mitad de fácil de lo que parecía.

—Mucha suerte—le grito a Pedri cuando pasa por mi lado de vuelta al campo.

Me responde con dos pulgares hacia arriba. Detrás de él sale Gavi.

Sé que no debería llamar mucho la atención. Menos con tanta gente de prensa en el campo. Pero tengo que desearle suerte.

—A por todas— Gavi se gira con una sonrisa y me guiña un ojo antes de seguir corriendo por la banda.

—Gracias rubia.—su voz se pierde entre los gritos de los espectadores.

La segunda parte es más de lo mismo. Sufrir desde la banda, grabar todo lo posible y subirlo. Las redes sociales están ardiendo, menos mal que de Twitter se encargan desde el área de comentaristas, porque aquí ya no damos más abasto.

—¿Vamos a ir a prórroga?—Adrián asiente con la cabeza. Justo lo que queríamos evitar.

—Estamos jodidos—suspira a mi lado.

La verdad es que tenemos un muy buen equipo, pero un partido a prórroga agota a cualquiera.

Y nuestros jugadores lo están notando.

Al final llegamos a la ronda de penaltis.

—Esto es el infierno.—se queja un técnico a mi lado. En este momento está sufriendo toda España. Y todo Marruecos.

Para cuando tiramos el último, lo que significa que hemos perdido, se me saltan las lágrimas.

Se acabó el sueño del mundial. Habrá que esperar otros cuatro años.

Los chicos no tardan en llegar a mi lado. Las cámaras se abalanzan sobre ellos. Veo como a Morata se le escapan las lágrimas.

Es una mierda. Todos teníamos ilusión por ganar, y si yo me siento desalentada, no me quiero imaginar como se sienten los chicos.

Como mi trabajo está hecho por hoy, me vuelvo a la sala de prensa. Ahí un grupo de periodistas abatidos en una esquina, y me sumo a ellos.

—Tocará volver a España.—suspira uno de ellos. Me fijo en su acreditación, es de la televisión nacional.

Ostia, me he sentado con los grandes.

—Una pena, la verdad.—este es del periódico Marca.

Igual debería huir disimuladamente.

Salen por las pantallas imágenes de los chicos y de los espectadores en las gradas. Aurora y Mario aparecen en pantalla dándose un abrazo, y en la siguiente secuencia puedo ver a Pedri desolado en el banquillo.

Se me parte el pecho.



—Vaya mierda.—se queja por octava vez Pedri. Estamos los dos solos, por primera vez desde el incidente.

Hace un rato Luis Enrique y yo hicimos el último directo, y los comentarios casi hacen que me ponga a llorar. Por suerte para mí no sale mi rostro, solo mi voz, así que estoy bastante a salvo en caso de que se me escapen las lágrimas.

Me ha dado mucha pena pensar que era el último. Hemos pasado tres semanas haciendo directos casi todos los días, y en el fondo le he cogido cariño.

No solo me siento ahora más cercana a Pedri y Gavi, sino a todo el fútbol español.

Incluso a Morata, lo cuál es un sueño ya que es de mi equipo favorito.

—Deja de darle vueltas.—suspiro mirando todo lo que tiene que guardar en las maletas.

—Me hubiera gustado dedicar algún gol.—me mira a los ojos, y por un momento me acuerdo del beso que compartimos aquella noche.

Pero no quiero pensar demasiado en ello, porque entonces también pienso en Gavi y lo frustrado que tiene que estar ahora.

Conociéndole, debe estar de un humor de perros.

—Ahora a centrarse en la temporada del Barsa, que aún queda mucho por delante.—trato de animarle.

Aunque creo que la idea de volver mañana a Barcelona no nos hace demasiada gracia a ninguno. Al menos voy a ver a las chicas, que las he echado de menos estos días.

—Oye Ara—empieza — Gracias por estos días en Qatar. Has sido un gran apoyo tanto en los directos como cuando has hecho de amiga.

—No seas bobo.—me acero a abrazarle.—Tu también has estado para mi desde el día uno que entre en el club.

—Estamos en paz entonces.—me apachurra fuerte entre sus brazos. No puedo estar más agradecida de tenerle como amigo en mi vida.

—Es hora de que me vaya.—me alejo de él ligeramente. — Tengo que preparar mi maleta yo también.

Algunos periodistas se quedan, pero en nuestro caso hemos acabado. Ya no queda nada de la selección que documentar aquí.

Se me hace más cuesta arriba de lo que pensaba. Guardar todas las camisetas, las insignias que no necesito para mañana, la gorra que he usado para que no me asociaran con Gavi.

Han sido las mejores semanas de mi vida.

—Ara—oigo a través de la puerta la voz de Gavi.  Podría acostumbrarse a mandarme un Whatsapp y no a tocar a la puerta.

A él también le voy a echar de menos. Sobretodo ahora que hemos empezado a llevarnos mejor, ejem, ejem.

Le hago pasar y pone una mueca de tristeza cuando ve todas las camisetas metidas ya en la maleta.

—Fue bonito mientras duró.—guardo también un par de sudaderas que traje yo de casa y alguna camiseta normal.

—Voy a echar de menos verte con mi nombre en la espalda.—me pica.

—Trabajamos en el mismo club.—pongo los ojos en blanco. No es como si no fuéramos a volver a vernos más.

—Pero en el Barsa sería demasiado cantoso.

—¿Por qué?—llevo hasta camisetas de Ansu, no creo que a nadie le importe.

—Van a saber que nos vemos. En ese club no hay secretos.—termina. Es verdad, las noticias vuelan como la pólvora.

—¿Qué va a pasar ahora?—hago la pregunta que lleva rondándome la cabeza desde el final del partido.

—No sé. Supongo que nada tiene porque cambiar.—dice Gavi lanzando mis pantuflas a la maleta también.—Vamos viendo.

En fin, no podía esperar más de él. Es hombre. Tampoco yo se que quiero. Estoy bien con él y tenemos química, pero desde luego no me veo teniendo una relación con Gavi.

—Vamos viendo.—confirmo.

—Buenas noches rubia.—me besa antes de dirigirse a la puerta de nuevo. Menuda forma de "vamos viendo" es esta.

—Buenas noches Gavira.

By chance | GaviWhere stories live. Discover now