22. ¿Tienes miedo?

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22. ¿Tienes miedo?
Gavi

Hay algo que lleva dándome vueltas en la cabeza un par de días. Y el echo de que no haga mas que pensarlo y pensarlo no hace más que ponerme de mal humor. El suficiente como para que hasta Pedri me haya preguntado si me pasa algo.

El caso es que me vendría bien ayuda con mis redes sociales. Es verdad que me las gestiona tanto Clara como el club, pero eso no quita que yo tenga acceso cien por cien libre a mi cuenta y que salvo todo aquello que son publicidades, pueda postear lo que yo quiera en mi perfil.

Y solo se me ocurre Ara para ayudarme. Clara ya me ha dicho varias veces que no es algo de lo que deba preocuparme, lo que en su idioma significa, deja a los profesionales ser profesionales y a los futbolistas ser futbolistas. Entonces no se muy bien que hacer. No quiero pedirle ayuda a Ara, pero me da la sensación de que es mi única opción.

Hemos acabado el entrenamiento, y si bien es verdad que estoy un poco casando del viaje a Madrid, la emoción y los nervios por lo que va a ocurrir en las próximas semanas me mantiene con energía.

—¿Qué plan tienes hoy?—me pregunta Pedri cargando con la bolsa de entrenar bajo su brazo.

—Justo de eso te quería hablar.—le digo.—Estaba pensando en si podías llamar a Ara e invitarla a casa a una juntada tranquila. Me vendría bien ayuda con las redes sociales y es la única a quien se me ocurre pedir ayuda.—suspiro.

—¿La única?—me pregunta mi amigo alzando las cejas.—Bueno esta bien, la escribo. Invita también a Ansu, estoy seguro de que él también querrá venir.—termina él.

—Lo podemos hacer de chill, puedo recoger cervezas en el camino y asi desconectamos también de la semana. Nos quedan pocos días de poder desconectar antes del mundial.—añado. No se si lo de descansar es una palabra mágica, pero a mi amigo parece encantarle la idea de pronto. Igual ha sido por la oferta de las cervezas. Eso me cuadra más.

—Echo.—responde.—Déjame que la llame.

Espero que diga que si. Mientras mi amigo llama a la rubia, que se toma su tiempo en ello, escribo a Ansu que dice que si de inmediato.

—¿Qué ha dicho?—pregunto cuando veo que mi amigo cuelga el teléfono. Aunque su sonrisa lo dice todo.

—Ara viene. Y sus dos amigas también.—alzo las cejas ante las palabras de mi amigo. Esto comienza a parecerse más a una fiesta que a una master class de Instagram.—He tenido que vendérselo un poco como si fuera una fiesta, si no se negaba.

—Supongo que entonces tendremos que ir a por suficientes cervezas.—es mi respuesta. No me apasiona que Ara ponga condiciones, pero es verdad que necesito su ayuda. Y si así va a venir pues habrá que invitar a las chicas también.

Por suerte me caen bien. Y estoy seguro de que Ansu va a estar encantado con la idea también.

—Vamos a recogerlas primero. Su casa queda de camino a la tuya.—indica Pedri.

Nos subimos en el coche y con la playlist de éxitos España llegamos a su casa. Tomo una distancia prudencial a la hora de aparcar, no quiero volver a repetir el incidente de la vecina cotilla. Las tres salen del apartamento modo incógnito, con las capuchas puestas y gafas de sol.

—Que guapas—responde mi amiga cuando entran en el coche.

—Sin comentarios, tenemos que huir de la vecina de enfrente si no queremos más dramas innecesarios.—es la respuesta de Ara.

Las tres se pelean por la música en la parte de atrás del coche. Al final acaban con canciones de Bad Bunny y Quevedo. Al menos tienen buen gusto.

Hacemos una parada rápida en una gasolinera para comprar varias cajas de cervezas. Esta vez soy yo el que se baja del coche modo incógnito, a lo que me gano varias risas y chistes por parte de las chicas. Para ellas lo hago demasiado mal. 

Honestamente, el famoso soy yo. Que aprendan del mejor.

—Al fin llegamos.—suspira Inés cuando aparco delante de casa.

Todos entran detrás mía en la casa y Pedri me ayuda a cargar con las latas a la nevera.

Cuando entro en el salón las tres chicas están cómodamente sentadas en el salón hablando de la universidad y sus cosas de el día a día. Hoy Ara ha debido de tener un día tranquilo en la oficina, porque parece contarles anécdotas de su universidad en Madrid y su día a día allí.

Es algo que me fascina, si no fuera por el fútbol yo no sé que estudiaría. Por suerte parece que voy a tener futuro en el FC Barcelona. Espero.

—Pedri, ¿dónde está Ansu?—pregunta Ara acercándose a nosotros. Coge alguna de las cervezas que tenemos en las manos y se las pasa a sus amigas.

—Entrando.—le respondo yo.—Voy a abrirle la puerta ahora mismo, de echo.

—Espera, voy contigo y así me cuentas que es lo que quieres de mí exactamente.—me responde la rubia echando a andar en dirección a la puerta.

Muchas cosas Ara. Muchas.

—Nada, con que me ayudes con las redes me conformo.—la digo mientras abro la puerta en la que Ansu nos espera.

Nos saluda a ambos con un abrazo y camina hacia el interior rápidamente. Tiene ganas de estar con el resto por lo visto.

—Pensaba que Clara se encargaba de ello.

—Si, pero solo la publicidad. El resto esta bajo mi control y me gustaría aprender un poco más. Y Clara no quiere ayudarme.

—Gavira, si lo que querías era tenerme cerca, no hacía falta que inventarás excusas.—bromea la rubia dándome un golpe en el brazo.

—Rubia, te tengo ya de por si bastante mas cerca de lo que me gustaría.—bromeo de vuelta.

—¿Seguro?—responde acercándose más a mi.

Rubita, como sigas jugando con fuego vas a quemarte.

—Creo que es mejor que sigamos esta conversación con más cerveza.—respondo dando un trago a mi lata. Hace bastante que no la bebo.

—¿Asustado, Gavira?—añade ella imitando su gesto.

—¿De ti? Mucho te queda por aprender Rubita.—termino mi cerveza de un último trago y empujo a la periodista de vuelta hacia el salón.

Cuanto menos tiempo pasemos a solas, mejor.

By chance | GaviWhere stories live. Discover now