30. Noche

2.1K 82 3
                                    

30. Noche
Gavi

Por fin llegamos al hotel. El día, más bien la noche, de hoy ha sido infernal.

No sabía que Pedri estaba pillado de Ara. Es decir, me imaginaba que de alguna forma esa amistad que tenían podría significar algo más. Pero no me imaginaba que la rubia significaba tanto para Pedri.

Sobre todo me confunde porque no se como me hace sentir eso a mi. No me ha gustado verles besarse, no me ha gustado ver a Pedri dolido, y no me ha gustado discutir con Ara.

Ahora dime tú que es lo que significa eso.

Subimos en el ascensor, porque Ara está medio dormida. El trayecto en Taxi ha conseguido que se relaje, creo. A mi me ha hecho el efecto contrario.

Llegamos a nuestra planta, y parece que Ara abre los ojos por fin.

—¿Ya hemos llegado?—pregunta bostezando mientras busca en su bolso la tarjeta para abrir la habitación. Su pelo rubio le cae enfrente de los ojos mientras rebusca.

Esta guapa. Con ese vestido, y con cara de recién levantada de un muy necesario descanso.

A quién quiero engañar, es muy guapa. No solo lo está.

—¿La encuentras?—pregunto cuando veo que empieza a buscar más activamente. Lo que nos faltaba, que hubiera perdido la llave.

—Aquí está.—dice sacando la tarjeta con el logo del mundial y abriendo la puerta. Su cuarto está bastante ordenado, y me fijo en que del pomo del baño tiene colgadas las acreditaciones.

Eso me recuerda a cuando nos conocimos. Me es inevitable sonreír, no puedo creer aún que toda la prensa nacional e internacional quisiera liarnos. Me parece increíble pensarlo ahora, cuando la conozco y no es para mi una rubia más de la oficina.

Porque algo es para mi. Aunque aún no se el que.

Me saca de quicio, pero me alegra los días. Odio y amo su ironía. Estoy perdido. Porque los dos dijimos que ese beso no significó nada, pero ahora, después de verla junto a Pedri, ya no estoy tan seguro.

—¿En que piensas?— se ha quedado apoyada en el marco de la puerta, con la mirada en un punto fijo. Mi pregunta hace que vuelva en si.

—No lo sé. Esta noche no ha sido lo que se suponía que iba a ser. Voy a hacerme un ColaCao e irme a dormir, que mañana hay mucho trabajo por delante.

—¿Te has traído ColaCao? Mataba por uno ahora mismo.— es mi bebida favorita desde que era niño, leche con cacao.

—Es tu día de suerte Gavira.—me dice abriendo la puerta del todo e invitándome a pasar.— Te invito a uno.

Me hubiera negado, pero hoy es el tipo de día que se merece correr un poco de riesgo. Además, es esa hora de la madrugada en la que todas las malas ideas comienzan a ser buenas.

Me coloco a su lado mientras lo prepara, y en cuanto esta listo los dos nos sentamos en la cama. Lo disfruto en silencio. Pero no estoy incómodo. De echo es el tipo de silencio que necesitaba, uno en compañía.

—¿En que piensas?— me pregunta esta vez ella.

—En lo agusto que estoy en este momento.—respondo sin pensar. En este punto, ya me da igual lo que piense Ara de mi. A visto mi peor lado, y no ha huido muy lejos.

—Tengo una pregunta.—me dice cautelosamente, como si llevara un rato pensando si hablar o no. Asiento con la cabeza para que siga hablando.—¿Por qué has dicho antes que me besarías en este vestido?

—Porque lo haría.—respondo dejando el vaso encima de la mesilla. Ella imita mi movimiento.

El aire está volviéndose denso con la anticipación del momento. Los dos sabemos lo que va a pasar ahora. Es cuestión de ver quien da el paso .

Lo damos los dos, o tal vez lo doy yo y ella me sigue. Pero sin darnos cuenta nos estamos besando otra vez. Este beso no es como el anterior, ansioso. Este es simplemente mágico. Nos dejamos llevar el uno por el otro, enredando nuestros cuerpos en la cama hasta que nos quedamos sin aliento.

Sus manos se mueven por debajo de mi camiseta, acariciando mi espalda. Por mi parte la sujeto de las caderas, para que no se aleje de mi. Y en algún momento nos separamos.

—No digas nada.—me susurra apoyada en mi pecho. No lo hubiera hecho ni aunque quisiera, porque me he quedado sin palabras.

Simplemente cierro los ojos e intento calmar mi mente. No puedo estar con Ara. Por mucho que se sienta correcto, y que encajemos perfectamente. Que sus besos sean la otra mitad de los míos.

Mi lealtad está con Gavi, y no puedo permitirme hacerle daño a mi amigo. No pienso jugar con él, ni dejar que Ara lo haga.

Sigo dándole vueltas a la cabeza hasta que siento como la respiración de Ara se vuelve pesada, y por inercia la mía hace lo mismo.







Una alarma nos despierta a los dos de golpe.

—Vaya ruido del infierno.—gruño buscando el origen del sonido. Una mata de pelo rubio me lo dificulta.

—Voy.— Ara abre los ojos y agarra su teléfono móvil que está debajo de la cama. ¿Por qué narices lo dejará ahí? Así cualquiera lo encuentra. Hay que jugar al escondite para averiguar dónde está. —Voy a llegar tarde.

—¿Qué hora es?—pregunto cuando ella se levanta de la cama. Que despertar más enérgico tiene.

—Las once.—grita rebuscando en su armario. La mitad son camisetas de la selección, tampoco puede ser tan difícil escoger un outfit.

—Debería irme yo también.

—Perfecto.—dice acercándose de nuevo a la cama para coger una goma del pelo. ¿Ahora se lo va a recoger? Llevo toda la noche sintiendo como su cabello rubio me hacía cosquillas,

—Adiós rubia.—digo caminando hacia la puerta. La abro y me aseguro que no hay nadie en el pasillo. No quiero que me pillen saliendo del cuarto de Ara. Demasiadas preguntas a las cuales no se la respuesta.

—Adiós Gavira.—me da un pequeño beso en los labios y luego cierra la puerta dejándome fuera de la habitación.

¿Qué narices pasó anoche?

By chance | GaviWhere stories live. Discover now