—¿Qué? No... No queremos problemas, solo danos a la dragona y nos iremos

—¡Eso debieron pensar antes de destruir nuestro fuerte y robar a nuestros dragones!

—¿Qué? Nosotros no...

—¡Escúchame niño, tal vez ustedes tienen a un feroz escupe hielo de su lado! Pero Drago Mano Dura no aceptará excusas

Inconscientemente te pegaste más a Hipo, al verlo pudiste observar que a pesar de su vendaje improvisado aún tenía sangre cayendo de su brazo y deslizándose por sus dedos hasta llegar al suelo donde se estaba formando un pequeño charco.
Debían salir rápido de aquí.

—¿Drago mano qué?... ¿es su líder o algo así?

—Drago mano dura, es el más grande amo de dragones del mundo... Pero odia las excusas—respondió el extraño a la vez que se destapaba el pecho dejando ver una extraña cicatriz de quemadura—esto fue lo que me regaló la última vez que llegué con las manos vacías, prometió que no sería tan considerado para la próxima

Hipo y tú se miraron mutuamente con asco, esa mirada que ambos siempre hacían para juzgar a alguien o para demostrar que alguien les estaba dando pena ajena... Esa mirada de asco que solo ustedes dos entendían.

—Auch, eso es muy hiriente—dijo el desconocido con sarcasmo para luego acercarse a Bella y acariciar su plumaje—Además, hace años no veo una de estas bellezas... Una Bahari monstruosa, es bellísima y vale mucho, seguramente a Drago le encantará hacerse joyas y ropa con su plumaje

—¿Bahari monstruosa? Nosotros le decíamos "furia Marina"—interrumpió Hipo.

—Que ridículo nombre...—contestó el peli negro aún fijándose en el plumaje de la dragona—¿cómo te llamas, chico?

—Hipo... Hipo Abadejo III

—te faltó el "horrendo"—susurraste a lo que Hipo solo te miró con seriedad pidiendote que no dijeras nada más.

—Bien, Hipo Abadejo III... Yo soy Eret, hijo de Eret y supongo que tal vez tú y yo podemos llegar a un acuerdo

—¿un acuerdo?

—Si... La Bahari monstruosa a cambio de tu furia nocturna, ¿qué opinas?

Lo único que Eret recibió como respuesta fue una mirada de odio.

—De acuerdo, tengo algo que te gustará más... La Bahari monstruosa a cambio del chico—añadió Eret a la vez que te señalaba.

—oye, por si no te has dado cuenta él no es un dragón, ¿por qué quieres llevart-?...

—¿Quién dijo que lo quiero para Drago?, lo quiero para mi—interrumpió el mayor acercándose a ti como si de un depredador se tratara, inmediatamente comenzaste a retroceder—es el joven más lindo que he visto y se nota que tiene mucha... Personalidad—continuó a la vez que miraba tu cadera—me gusta

—Oye oye, ¡aléjate de él!—amenazó el de orbes esmeraldas a la vez que colocaba su espada frente a Eret.

—Que mal... Entonces no habrá dragón.
Llevenselos

Inmediatamente varios hombres llegaron a inmovilizar a Hipo y a golpearle el brazo para lastimarle más y poder hacer las cosas más fáciles.
Chimuelo estaba acorralado y varios arqueros amenazaban con disparar si se le ocurría acercarse a Hipo o a ti.

Mientras tanto, tú acababas de ser acorralado por Eret.

—no quería problemas con ustedes, jinetes de dragones... Pero no me dejaron de otra

—Que mal que no querías problemas...—respondiste sintiendo como chocabas con pared, ya no tenías a dónde ir—¡PORQUE YA LOS TIENES!

antes de que Eret pudiera reaccionar, le golpeaste el rostro con el palo que llevabas en la mano sacándole sangre de la nariz, después del segundo golpe Eret tenía abierta la frente y los labios y para el tercero el palo se había roto justo en su cabeza.

—¡AH, MALDITO!—gritó del dolor tratando de golpearte pero recibió una patada en el abdomen que lo lanzó contra la pared donde estabas acorralado antes.

Un arquero dirigió su atención hacia ti para dispararte una flecha.
Al estar en tierra tenías más control de la situación, así que alcanzaste a quitarte y después desenterraste aquella flecha que quedó atorada en el suelo.

—A veces me pregunto si todos los hombres son idiotas todo el tiempo o si se toman descansos...—murmuraste al ver como en un intento de matarte un guerrero corría hacia ti solo para ser apuñalado en el cuello por aquella flecha que recogiste del suelo.

Todo iba de mal en peor para los atrapadores porque Bella había aprovechado ese momento de distracción para quitarse la red de encima y volar hacia los arqueros y lanzarles aquella agua hirviendo que tanto la caracterizaba.

Al estar libre, Chimuelo pudo ir por Hipo y dejar que lo montara para escapar.

Antes de poderte ir tú, Eret te agarró por detrás cubriendo tu boca con sus manos.

—¡_______!—gritó Hipo al ver que te atrapaban, no dudó ni un momento en regresar pero el sonido de unos disparos lo detuvo.

Solo pudo ver con una combinación extraña de ira y horror como tanto tú como Bella caían al suelo en un completo estado de inconsciencia, tus brazos estaban llenos de dardos tranquilizantes al igual que la cola de Bella.

Iba a descender nuevamente, no quería irse sin ti... Pero ahora estaba él solo junto a Chimuelo y una herida que podría costarle el brazo, seguramente lo matarían si volvía.

No tuvo de otra más que retroceder y confiar en que ibas a estar bien... Al menos por ahora.

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—mi papá no quiere que vaya, dice que es muy peligroso y que él buscará a ________ por su cuenta... Y más porque ese tal "Drago Mano Dura" está involucrado—se quejó Hipo con Astrid que le estaba vendando el brazo.

—Creo que lo mejor es que escuches a Estoico... No sabes en lo que te metes o en lo que meterías a la aldea entera si-...

—Astrid, agradezco infinitamente que me ayudes con la herida de mi brazo, pero ya tomé una decisión

—¿Y qué harás?, ¡HIPO REGRESA AQUÍ!—reclamó la rubia al ver que Hipo simplemente se echaba a correr para montar a Chimuelo.

—¡YA LO PERDÍ UNA VEZ, NO PIENSO PERDERLO DE NUEVO!—gritó con un tono hostil a la vez que Chimuelo alzaba el vuelo.

—¡HIPO!—lo llamó Estoico que veía lo que había pasado—¡DETENGANLO, NO DEJEN QUE SALGA DE LA ISLA!—ordenó el jefe a sus antiguos atrapadores para que lanzaran redes y lo que fuera necesario para evitar que Chimuelo lograra salir de la isla.

Pero fue inútil.

—Carajo... ¡Ahora no solo debo buscar a _______! Sino que también a mi hijo, genial... ¡Astrid!

—Lo escucho

—¡Llama a todos los jinetes! Tenemos dos muchachos a los que buscar y evitar que maten

La rubia asintió comenzando a correr hacia los establos para sacar a Tormenta y poder buscar al resto de jinetes.

—Escúchame una cosa, Drago Mano Dura... Les haces un solo rasguño a mis niños o a mi gente y la guerra que quieres será la guerra que tendrás, guerra que yo voy a ganar...—murmuró el jefe mientras miraba al mar con determinación.

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