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Los minutos pasaban y con ellos pasaban las horas y con ellos pasaban los días.
Para este punto, ya todos sabían que desapareciste pero los únicos que trataban de buscarte eran Hipo, los gemelos Torton y Astrid.
A veces Estoico también salía, pero no podía salir durante tiempos prolongados porque tenía todo un pueblo que alimentar.

Pasaron dos semanas y con ellas también habían pasado las nevadas, para este punto ya casi no había nieve cubriendo la isla pero las lluvias intensas comenzaron, aquello fue una ventaja ya que las plantas volvieron a crecer de manera rápida gracias a la humedad y también habían crecido algunos champiñones por lo que podías variar más tu comida.

Aquella cueva ahora se había convertido en tu refugio personal junto al de Bella.

Ahora estabas sentado en la cueva calentando unas brochetas de champiñones, tomillo y jitomates silvestres en una fogata que habías prendido con ayuda de Bella.

También lograste encontrar una cubeta abandonada en la que calentabas agua de río y le añadías diente de león para poder preparar esa infusión que tanto te ayudaba con la anemia.
El tomillo también era bueno para la anemia, así que matabas a dos pájaros de un tiro.

Cuando las brochetas estuvieron listas por fin pudiste comer algo decente, no era lo mejor pero estaba bastante bueno y ya no dependias de esas flores moradas que te encontraste semanas atrás.

Después de comer apagaste el fuego y te dirigiste a la entrada de la cueva para poder ver la luz del mediodía.
Te sentaste en el suelo sacando de tu bolso tu cuaderno y tu lápiz para comenzar a dibujar.

En todo este tiempo habías hecho dibujos detallados de todo tipo de dragones: desde pequeños terribles terror hasta imponentes gruncle.

Pero lo que más abundaba en esa libreta, eran los dibujos de Bella quien era una excelente modelo. Habías logrado estudiar su anatomía con detalle y también tuviste el tiempo suficiente como para imaginar cómo serían sus huesos y músculos.

Al ver tanto a Bella, te diste cuenta de que lo único en lo que se parecía a Chimuelo era en que ambos eran delgados y caminaban a 4 patas, el resto era completamente diferente. Pero lo más curioso era que este era el primer dragón emplumado que veías en tu vida.

Estabas dibujando hasta que caíste en cuenta de algo; no tenías un solo dibujo de Bella con las alas extendidas.

Era verdad, en todo este tiempo nunca viste a Bella volar.

La dragona se acercó para ver tu libreta y luego bufarte en el cabello dejandote despeinado.

—¿te gusta?

—prrr

Bella se dio cuenta de que estabas tratando de imaginar sus alas extendidas, así que decidió facilitarte el trabajo sentándose frente a ti y abriendo sus alas, era como si pudiera entender lo que necesitabas.

—Gracias, Bella—sonreíste comenzando a dibujar nuevamente.

—Ahora que lo pienso, nunca te he visto volar...—Comenzaste a hablar con la dragona como si de otra persona se tratara—sé que hace un par de semanas que te encontré, tu pata estaba herida, pero tu cola y tus alas no, ¿acaso no vuelas?, ¿o te quedas aquí en tierra porque yo no puedo volar?—cuestionaste aún dibujando, la dragona solo ladeaba la cabeza constantemente.

Cuando terminaste le mostraste el dibujo a Bella que como respuesta te bufó en el cabello despeinandote.

—Supongo que te gustó

Bella comenzó a caminar fuera de la cueva así que la seguiste, luego de llegar a un lugar con menos árboles ella se agachó permitiendo que subieras a su lomo.

Una vez estuviste arriba, ella extendió sus alas y sin siquiera avisar antes alzó el vuelo.
Estuviste a punto de caerte pero lograste agarrarte de su plumaje de manera rápida.

—¡AY DIOSES!, ¿¡SI VUELAS!?—te estremeciste al sentir como alzaba el vuelo de manera tan brusca—Así que-... ¿Vamos a volar? ¡Bien!, ¡pero no seas bruta que casi me caigo!

(...)

—Hipo—Llamó Estoico entrando a la habitación de su hijo que estaba acostado viendo el techo, completamente deprimido.

—Ah, hola papá...

—¿Hay algo que quieras decirme?

—¿Respecto a qué?

—A la desaparición de _______

El de orbes esmeraldas se sentó en la cama suspirando.

—Fue mi culpa, papá

—Si, eso ya me lo contó Astrid..

—¿Qué más quieres que te diga entonces?

—¿Por qué?

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué permitiste que lo trataran de esa manera?, ¿por qué lo abandonaste de esa manera?

—Porque me emocioné con el reconocimiento que me daban...

—Así que, ¿ser el nuevo "amo de dragones" te da derecho a tratar a tu novio como si fuera invisible?

El menor solo agachó la mirada.

—¿no vas a decir nada?

Hipo miró a su padre negando con la cabeza y luego volviendo a mirar hacia abajo.

Estoico se acercó para obligar a su hijo a verlo.

—Es verdad que un jefe siempre procura a su pueblo y que debe estar para él en todo momento, pero un buen esposo nunca dejará de lado a su familia ni a su pareja...
Y tú hiciste exactamente lo contrario que se esperaría de un buen jefe o de un buen novio, piensa en eso mientras yo salgo nuevamente a buscarlo.

Después de ese regaño, Estoico salió de la habitación dejando a su hijo sentado en la cama, viendo al suelo y llegando a su límite de no poder contener sus ganas de llorar.

—Ahora si metí la pata... —lloriqueó el vikingo golpeándose la cara con su mano, lleno de frustración.

Miró aquella cama vacía que antes solía ser tuya sintiendo como su corazón latía con fuerza, un leve subidón de adrenalina, su frente caliente y una sensación tajante en la garganta: era su culpa manifestándose.

Era verdad, metió la pata pero también podía arreglarlo.

Sin pensarlo más tiempo bajó las escaleras corriendo.

—¡Chimuelo! Ve a buscar a Astrid y traela aquí, yo voy a preparar unas cosas

El dragón que estaba tomando una siesta se despertó para ver a Hipo con molestia.

—Iremos a buscar a ________ y no volveremos hasta dar con él

Inmediatamente el furia nocturna se levantó de golpe y salió corriendo de la casa.
No podían perder más tiempo.

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➴ Tenías que ser tú ➶Where stories live. Discover now