38- Escarlata

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Amaris:

Esa mujer y la gente que la acompaña cambiaron totalmente el ambiente. Las personas estaban confundidas y asustadas, sin saber cómo poder reaccionar ante esta situación. ¿Familiar de Lord Lid? ¿El mismo tipo a quien derrotaron los guerreros? No puede ser en serio, pero esa mujer tiene cara de que no se anda con bromas. Puede que lo haya dicho para intimidarnos, lo cual no puede funcionar con el pueblo porque no conoce la historia, pero los chicos y yo sí la conocemos. No creí que algo así sucedería... al menos no... tan pronto. Al observarla mejor, veo que la expresión de esa escarlata muestra algo de confusión mientras está con los brazos cruzados.

—Mmm, no era esta la reacción que esperaba —dice la escarlata.

Creo que ese comentario confirma mis sospechas de que buscaba intimidarnos al decir que es familiar de Lord Lid, aunque no sé si dudar de la veracidad de eso.

Uno de los hombres que la acompañan lleva en sus manos una especie de bastón con una piedra rosada en la punta. No sé si deba preocuparme por eso.

Hernán:

—¿Quiénes son esos? —digo.
—¿V-viste sus orejas? ¡Son escarlatas! —dice Sebastián con un tono alterado.
—¡Shhh! ¡No lo digas tan fuerte! ¿Acaso quieres llamar su atención?
—¡Por supuesto que no!
—¡Entonces cállate!

Parece que de verdad son escarlatas. No solo por las orejas, sino que también por las luces de sus cuerpos, que son iguales a las de la chica escarlata con la que Amaris suele hablar.

No quiero tener problemas con estos escarlatas, así que más vale que la gente de este pueblo se comporte bien y no los provoque.

—¡Oigan! ¿¡Quiénes se creen que son para venir al pueblo de esa manera!? —dice un hombre mientras se acerca a los escarlatas.

... Mierda.

—¿Disculpa? —le dice la mujer escarlata que está al frente del grupo.
—¿¡Qué se supone que hacen aquí!? ¿¡Qué es lo que quieren!? ¡Vienen aquí y dicen toda una sarta de tonterías! Y para empeorar, ¡u-ustedes no parecen ser humanos!

Mientras el hombre habla, esa mujer mantiene el ceño fruncido y una postura firme, y en un momento le indica a uno de sus hombres que le entregue algo, lo que parece ser un bastón.

—¿Acaso hicimos algo malo? ¡Nosotros no tenemos nada que ver con ustedes!
—Mi propósito al venir aquí es otro —dice la escarlata.
—¡E-eso es mentira! —El hombre intenta acercarse a ella, pero uno de sus "guardias" se lo impide con su alabarda.

Creo que por las alabardas, los trajes y las máscaras que llevan, sí son guardias.

—¡No te acerques a la señora! —dice el guardia mientras apunta al hombre.
—¡Tú a mí no me dices qué hacer!

Aquel hombre trató de hacer a un lado el arma, pero al instante, la escarlata usa el bastón que el guardia le dio, y para mi sorpresa, ¡esa cosa contiene magia! Hace que el hombre se ponga de rodillas con la cabeza baja.

—¿¡Q-qué me hiciste!? ¡No puedo moverme!

El hombre se oía desesperado. La mujer solo lo mira, seria. No esperé que algo así sucediera... o tal vez sí.

—No me dejan opción —dice la escarlata.

Alza un poco el bastón, que empieza a desprender brillo de nuevo. Empiezo a ver cómo la gente del pueblo cae de rodillas, y a los segundos yo también caigo. Carajo, ¡no puedo moverme! ¡Ni siquiera puedo levantar mi cabeza!

—¿¡P-por qué no puedo moverme!? —este chico, Sebastián, también parece alterado. Ya lo veía estando desde hace rato—. ¡Hernán! ¿¡Puedes moverte!?
—... No. Por más que lo intente no puedo.

El Resplandor de la MagiaWhere stories live. Discover now