9- Los tres y... ¿uno más?

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Amaris:

—Adoris, deja de moverte.

Estoy cortando tomates, pero Adoris no deja de ir de un lado para el otro, me está mareando. Son las once y cuarenta de la mañana. Estoy haciendo una sopa de tomate para el almuerzo, pero es algo complicado usar el cuchillo con la mano lastimada. Termino de cortar los vegetales y pongo todo dentro de la olla, ahora toca esperar a que se cocine.
Me siento en el sofá con Adoris en brazos, pensando en mi nueva vida.

—Si no fuera por los sucesos extraños o por el hecho de que no recuerdo nada, tal vez esto no sería tan malo.

Adoris juega con mi ropa mientras hablo, tengo la sensación de que al menos entiende algo de lo que digo.

—Pequeño, ¿de verdad crees que no soy de este mundo?

Las palabras de Hernán no dejan de resonar en mi cabeza.

—Benjamín me dijo que no confíe en Hernán, pero... ¿y si dice la verdad? —preocupada.

Adoris al escuchar el nombre "Hernán" parece que se enoja.

—Sí, sé que es un idiota, egoísta, pero a fin de cuentas estamos en la misma situación.

La lluvia es aún más fuerte que antes, con truenos y relámpagos... Los rayos me hacen recordar a Luciana, que creo que está enojada conmigo por no decirle la verdad desde un principio. Intento no pensar en eso y cierro los ojos por unos segundos. No pasa mucho hasta que Adoris empieza a tirar de mi ropa.

—¿Qué pasa?

Creo que estaba queriendo avisarme de la comida. Me levanto a verla y efectivamente está lista.

—Vaya, gracias Adoris.

(...)

La lluvia aún sigue, y yo me la he pasado toda la tarde en mi cama. Me siento bastante relajada, al parecer es por la lluvia, me dan ganas de dormir. De repente, llaman a la puerta. Me levanto para ir a ver y me encuentro Ben y Luciana.

—Ah, chicos, hola —digo, algo confundida por la presencia de ambos.

Los invito a pasar.

—Hola, ahh, lamentamos llegar sin avisar, pero... —Ben mira hacia otro lado mientras intenta terminar de hablar.
—No sé por qué vino él, pero yo... vine para disculparme por mi conducta de la otra noche —dice Luciana interrumpiendo a Ben.
—Ahh, Luciana, nada fue tu culpa, es solo que no me sentía segura para decírtelo. Para mí, esto es un tema delicado.
—Y yo ni siquiera te dejé explicar —me dice ella.
—... Bueno, creo que no importa... Todos estamos nerviosos con el tema de la magia, ¿no?
—Tal vez...
—De verdad está bien, Luciana —le digo mientras tomo sus manos.

Veo a Ben, que está parado en frente de nosotras.

—Disculpa, ¿pero no vinieron juntos? —pregunto.
—No, y a decir verdad, sigo enojada con él.

No creí que Luciana fuera rencorosa.

—... Bueno, yo vine para ver como estabas, al no tener tu número no sé como contactarte —dice Ben.
—Oye, es verdad, no tengo tu número. —habla Luciana.
—Es que... no tengo celular.
—¿Por qué? —pregunta Ben.
—S-se me rompió.

Ni siquiera sé si tenía uno.

—Ah, qué pena —dice Luciana, algo desanimada—. Bueno, también quería preguntarte sobre el libro, si pudiste abrirlo.
—Créeme que intenté de todo, pero esa cerradura es muy fuerte.
—¿Con magia también intentaste? —pregunta Ben.
—Sí, pero ni siquiera con eso-

El Resplandor de la MagiaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin