3- ¿Quién eres?

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—¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? Creo que no fue hace mucho —dice aquel joven, con una expresión seria.

A diferencia de la última vez, su expresión es más sombría, sus ojos resaltan un poco más, y me provoca... algo de miedo.

—He visto a la mayoría de las personas de este lugar, pero tu cara no me resulta nada conocida.
—Yo no soy de aquí...
—Claro, se nota. Eres muy distinta a los de aquí.
—¿Disculpa?
—Llamas mucho la atención. Tienes algo distinto al resto.
—¿Qué? Perdona, pero no logro...
—Quiero decir que no eres de aquí, y me refiero a que no perteneces a este mundo.

Cada vez entendía menos. Este chico me decía cosas raras. ¿Energía? ¿Otro mundo? ¿A qué se refiere? Acaso...

—Dime quién eres —dice, seriamente.
—Yo...
—¡Te estoy diciendo que me digas!

Se me acerca y toma mis muñecas con fuerza. Estaba enojado. Jamás imaginé que este chico, al que vi arrodillado, lamentándose, pudiera adoptar esta forma.

—N-no lo sé... No recuerdo nada...
—No me mientas —dice mientras toma con más fuerza mis muñecas.
—¡Te estoy diciendo la verdad! —Alza la voz—. Desperté en el bosque con dolor de cabeza, sin recordar nada. ¡No tengo idea de cómo terminé aquí, qué es lo que vine a hacer! Ni siquiera sé quién soy...

Él seguía con su mirada de enojo, pero luego empezó a ablandarse. Soltó mis muñecas y se dio la vuelta, como queriendo pensar. Me pareció escucharlo decir "De qué me sirve saberlo". Volvió a darse la vuelta, y parecía más relajado, pero mantenía su cara seria.

—Eres rara. —Se acerca a mí—. ¿De verdad no recuerdas nada?
—Ni siquiera mi nombre recuerdo.
—...

Se quedó en silencio por unos segundos y luego empezó a caminar al rededor mío.

—Tú tienes algo que me interesa —dice el chico mientras camina a mi alrededor.
—No creo tener nada que te interese.
—Claro que lo tienes. —Siento que se detiene detrás de mí—. Aquel día vi que lo tenías puesto, pero ahora no lo tienes. —Coloca su mano en mi cuello.

¿Estará hablando del cristal? ¿Para qué querría eso? Cuando fui al baño lo guardé en mi bolsillo y olvidé ponérmelo. No quiero dárselo... ¿Y si es una pieza importante de mi vida?

—¿Para qué lo quieres? —pregunto.
—Eso no es de tu incumbencia.
—... Entonces no pienso dártelo.

Parece que eso lo hizo enojar. De una manera brusca me da la vuelta.

—Mira, no te estoy pidiendo nada difícil. Tengo mis razones para quererlo.
—Y yo tengo las mías para no querer dártelo.
—Tus razones no me importan.

Sus manos comenzaban a apretar mis hombros, sin intenciones de dejarme ir. De repente, sentí una sensación rara. Mi cuerpo...

—Entonces, ¿me lo vas a-

Le doy un puño en la cara. Ay no, ¡no quería hacerlo! Pero mi cuerpo reaccionó solo. Por la fuerza del golpe terminó en el piso. No imaginé que tenía tanta fuerza.

—¡¿Qué crees que haces?! —me grita enojado.
—¡Ah, no quería hacerlo! —le respondo, aún sin entender del todo la situación—. Además, ¡tú también me lastimaste!

De todas formas, siento que se lo merecía, pero claramente no mejoró el ambiente.
Comenzó a levantarse algo adolorido... y enojado.

—He tenido suficiente.

Quiso agarrarme de nuevo, y yo solo me cubrí con los brazos y cerré los ojos, aunque sabía que no me ayudaría en nada. En el momento escucho un ruido que parecía de golpe, y una luz comenzaba a iluminar mis ojos. Los abro, y...

El Resplandor de la MagiaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu