5- No eres la única

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Amaris:

Charlar con Luciana era muy agradable. Es el tipo de persona con quien podrías pasar horas y horas hablando y no aburrirte. Tenía miedo de que tuviera que pasar por silencios incómodos por la falta de conversación, pero la verdad es que me siento bastante cómoda con ella. Me contó que su madre se dedica al diseño de moda, y su padre es el dueño de dos casas de alquiler del pueblo y también trabaja como organizador de eventos. Creo que eso explica muchas cosas.

Llegamos al campo de arquería, y había mucha gente ansiosa por entrar. Luciana entregaba las entradas mientras yo escuchaba a algunas chicas hablar.

—¿En serio? —pregunta una joven.
—Sí. Agregaron una sección donde los novatos participarán.
—Creí que los nuevos competirían contra los profesionales, pero claro, eso no tenía sentido.
—También lo creí.

Dentro, nos sentamos y esperamos a que el juego empezara.

—¿Estás emocionada? —pregunto.
—¿Se nota? —ríe—. Es que de niña siempre venía con mis padres, pero han estado más ocupados con sus trabajos. Me alegra estar acompañada.
—Entiendo... Por cierto, ¿tus padres jamás pensaron en arreglar la casa?
—Ah, no. Mi padre pensaba que no valdría la pena porque no suele venir mucha gente al pueblo. Solo tenemos dos casas de alquiler y están ocupadas, pero mi padre dice que con su trabajo y el de madre es suficiente, por eso no se preocupó en dejártela... Aunque sí pasó vergüenza por su estado actual —menciona nerviosa.
—Oye, de verdad no me molesta, al contrario, estoy muy agradecida por ese gesto. Lo importante es que me dieron un techo donde dormir, y eso lo valoro mucho —digo agradecida.
—... Es lindo escuchar eso. No hay de qué —responde la de ojos ámbar.
—Disculpen —dice un chico—, ¿puedo sentarme aquí?

Al voltear para verlo veo que es Benjamín, el chico que me ayudó aquella noche.

—¡Benjamín! Hola —digo algo sorprendida y alegre.
—Vaya, ¿qué tal, Amaris? —dice Benjamín con una sonrisa.
—Muy bien, por suerte —respondo alegremente—. Mira, te presento a Luciana.
—Benjamín, ¿cierto? Un gusto —dice Luciana—. Veo que ya empiezas a socializar, Amaris.
—¿Socializar? —pregunta Benjamín.
—Ah, es que no soy de aquí. Llegué hace poco —Respondo.
—Ya veo. No imaginé encontrarte aquí.
—Yo la invité —dice Luciana—. Creí que sería bueno que conociera esta parte de nuestro pueblo, ¿no crees?
—Mmm, tienes razón —responde Benjamín con una pequeña sonrisa.

Los chicos seguían hablando hasta que el juego comenzó. El público guardó silencio, y luego entraron los participantes. Los aplausos y gritos no tardaron en aparecer, y el juego comienza. Observaba maravillada, esos arqueros de verdad eran muy buenos. Por otra parte, Luciana se veía emocionada.

—¡Mira! Dio en el blanco —exclama Luciana.
—Vaya, es la que más puntaje tiene.
—Claramente ya ganó —comenta Benjamín.

Menciona Luciana, hasta que otra chica habla.

—Es una pena —dice aquella chica que apareció—. Hubiera preferido que ganara el tercero.

Era la misma chica de cabello negro con la que me encontré la primera vez, y al parecer, ahora está con más chicas.

—Oh, ¿Judith? ¿Qué haces aquí? ¿Desde cuándo te gusta la arquería? —pregunta Luciana, extrañada.
—Para tu información, las chicas y yo vinimos con la intención de ver a los novatos participar. —dice la pelinegra.
—¡Dicen que hay chicos lindos! —menciona otra.
—... Ahh... —suspira Luciana—. ¿Solo vinieron por eso?
—Pues claro —dice Judith, y nota mi presencia—. Oye, te conozco, eres la chica rara del otro día —me señala.

Ni siquiera recordaba su existencia.

—¿Rara? —digo algo confundida.
—Judith, te recomiendo que-
—Luciana, estoy hablando con ella. ¿Ah? ¡Ben! ¿Cómo estás? —exclama sonriente.
—...

El Resplandor de la MagiaWhere stories live. Discover now